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Cerca había un perro que aullaba. Corría.<br />
—¡A tomar por culo!<br />
Oulipo agarró la pluma. Estaba supercolocado.<br />
—¡Hostia! ¡No necesito la pluma!<br />
Sintió nostalgia. Sophie se había ido a nadar con las niñas. Tal vez era un loco<br />
romántico que disfrutaba entre las sombras. Estaba despeinado. Encendió la luz,<br />
hubiera jurado que olía a quemado. Estaba viajando por los caminos de su mente,<br />
agitándose. Muerto de hambre. Abrió la boca con fuerza. Probó la mermelada. Había<br />
un jarrón de cristal con flores que se movían. Cogió la pluma. No tenía conciencia. Así<br />
estaba. ¿Qué estaba? ¿Qué estaba escribiendo? Esa noche no.<br />
Estaba pensando en Sophie, y luego se fue a la cocina a desayunar algo que<br />
tenía un aroma dulce. Imágenes de dragones y susurros. Azul. Estaba contemplando<br />
el mundo a través del humo de las palabras, así parecía más prometedor y alienígena.<br />
No se contentaba con cualquier cosa.<br />
Volvió los ojos hacia un bulto muerto de alguna sustancia inanimada. Se quedó<br />
mirándolo unos segundos.<br />
—Es la vida —se contestó así mismo—. Exacto.<br />
El bulto muerto se limitaba a contemplarlo, profundamente, lo controlaba.<br />
Había un espejo roto afilado. Se lo clavó en la carne. No había ningún lugar donde<br />
ocultarse, era una especie de loco. Se echó a reír. En aquel momento se abrió la<br />
puerta y la cocina se llenó de niebla. Era sólo bruma venenosa que lo arrastraba a un<br />
momento crucial. El corazón. Pensó que debería parar, pero el aire era sereno. Carne<br />
blanda. Sexo con drogas.<br />
—¡No! —exclamó—. Solo no.<br />
Oulipo destapó un frasco. Estaba temblando. No quería pasar por aquella<br />
puerta. Tenía la lengua larga y húmeda. Estaba en su propio mundo, pensando en sí<br />
mismo. Ensimismado. Entonces vio algo. La pluma, en el cubo de basura. La puerta<br />
se había abierto y se veía el color de los sueños.<br />
Oulipo tenía la pluma en la mano. Estaba soñando. Soñando, pero la vida no es<br />
para soñarla. Sólo intentaba... Sacó una carta del tarot. La puerta se abrió. Un<br />
paquete de galletas pegajosas. El acuario le atrapó los ojos, hurgó en su interior.<br />
Había un pez con motas amarillas que no se podía destruir. Indestructible. Un pez<br />
perro. Gato. Escarabajo. Cuidado, escarabajo.<br />
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