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Jotter [PDF 494 K]

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Miró a Francesca, se unieron sus ojos y sintió una punzada. No estaba sola.<br />

¿Por qué no puedes ser honesto?, le había preguntado ella una vez, y Oulipo no había<br />

contestado. ¿Era deshonesto? Él creía que no, pero si volvieran a hablar ahora, seguro<br />

que ella se reiría y le diría, ¡Mírate!<br />

Ella iba con un niño de unos siete años que llamaba a los camareros y los<br />

trataba con voz arrogante y encantadora. También había otro niño de alrededor de<br />

dos años que tosía soñoliento. Oulipo deseó que alguien los llamase por el apellido<br />

para averiguar con quién se había casado.<br />

Francesca era un piojo muy venerable que un día le había reprochado que no<br />

amaba suficientemente su sublime cuerpo conseguido a golpe de bisturí. Quizás tenía<br />

razón, Oulipo nunca había sentido admiración por nada.<br />

Francesca se subió el cuello del abrigo. Hacía frío. Entonces Oulipo se fijó en la<br />

hermosa circunferencia que describía la luna en el inmenso plano del cielo. Miró el<br />

reloj. Eran las 19:30. Luego, los dos, Francesca y Oulipo, siguieron su camino. Él dio<br />

media vuelta y echó a andar a buen paso por la orilla del río, subió a su coche y se<br />

alejó.<br />

A través de la ventanilla vio la casa del incendio, pero nada daba a entender<br />

que hubiese ardido. Cuando se paró en el semáforo ya no pudo ver nada, la gente que<br />

esperaba el bus lo tapaba. Se quedó sentado muy quieto, consciente del privilegio que<br />

significaba tener coche. Había personas, miles, incluso millones, que cada día tenían<br />

que hacer colas como esa para volver a sus casas.<br />

Al llegar al bar, le hizo una seña a Augusto para que le pidiese una copa. Éste<br />

se acercó con un vaso de whisky y se lo dio. Oulipo cogió el vaso y lo hizo girar,<br />

observando el líquido dorado deslizarse entre los cubitos de hielo. Echó un trago y<br />

empezó a hablar de su última exposición, pensando en que el whisky no debe beberse<br />

jamás con hielo.<br />

—Ya lo pillo —Augusto se había metido en su personaje favorito: tonto pero<br />

bienintencionado, deseoso de agradar por ser hijo de un oficial de las SS, o algo<br />

parecido—. Estar metido en eso del arte moderno debe ser interesante. Protestar y<br />

escandalizar. Tiene que ser raro venir de una familia como la tuya y hacer eso.<br />

—Querido amigo, te olvidas de lo importante —respondió Oulipo—. Te<br />

consagras excesivamente a tu familia, con la cual tienes sin duda importantes asuntos<br />

que ventilar. Ahora ya no escandaliza nada. Temo que pronto empezaré a aburrirme.<br />

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