Jotter [PDF 494 K]

—Un secuestro de un niño. Algo horrible no poder ver a tu hijo. Yo quiero que
confiese y haga un trato. Su único hermano ha muerto y no está lúcido. Fue una
muerte cruel.
Oulipo dirigió una mirada rápida a un policía que cruzaba la puerta. El policía
echó una ojeada y movió el brazo. La periodista lo miró y le sonrió.
—Tienes que acompañarme al hospital, Will tiene una bala en el intestino.
Confesó y François ha intentado matarlo.
La periodista hizo todo lo posible por contener cualquier emoción y
sencillamente añadió:
—Ah.
Se esfumó.
—¿Quién era?
—Una periodista en el infierno.
—Llega el día.
Oulipo sostuvo la mirada por un instante.
—Ed, me voy a la cama. Llámame en dos horas.
—¿Por qué? Hay que hacer arreglos.
—Haz todo lo que puedas.
Oulipó abandonó la galería y se fue a comer, se tomó su tiempo, necesitaba
intimidad. No tenía muy claro si el texto de presentación era publicable. Cada vez que
respiraba se apoderaba de él el presentimiento de que la exposición no sorprendía.
Caminaba hacia la muerte, era la última cosa que hubiese esperado.
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