Jotter [PDF 494 K]

—¿Qué les parecieron las grabaciones?
—Un verdadero infierno, uno hasta se persignó. Este miércoles tienen que
decidir. Jean de Renard me insultó, pero Tousch se mostró sensato, quería más
detalles.
—Es una oportunidad. Lo más probable es que acaben abriendo los tres sitios.
—La Casa Note va a ser una comisaría, y el convento un hotel.
La niña escupió.
—No, por favor... ¡No vuelvas a hacer eso jamás! —dijo la madre con fuerza—.
Es horroroso de ver.
Oulipo tuvo la sensación de que todas y cada una de las personas que estaban
en el avión los miraban fijamente.
Al día siguiente, cuando entró en la galería, lo estaba esperando la madre del
avión, era una periodista del Globe.
—Maldito cabrón —la escuchó susurrar por el móvil—. Estoy trabajando, ¿en
qué demonios estabas pensando?
Al parecer, quería que Oulipo le explicase su proyecto. Se dirigieron
directamente a la puerta y le hizo una entrevista modesta.
—Te enviaré una copia, aunque en el periódico no publican más que mentiras
que es preferible borrar de la memoria.
—Hay pocos oídos dispuestos a escuchar la verdad.
La periodista exhaló un suspiro y miró a la gente que había en la sala.
—No son más que ladrones, los conozco tan bien... Lucha si quieres, pero
acabarás teniendo problemas con ellos.
—No, estoy preparado.
—Eso es importante, si no estarías perdiendo un tiempo muy valioso.
—¿Te encuentras bien?
—No es el momento...
Oulipo apoyó una mano en su brazo, estaba sudando. Ella se apartó y buscó el
baño, era obvio que se estaba enjugando las lágrimas. Oulipo fue a buscarla, ella se
disculpó.
—Estoy furiosa, mi marido... Ha participado en un secuestro. Lloro todas las
noches, no puedo sentirme segura. Lo lamento.
Estaba temblando, era una escena espantosa, había dolor en su rostro.
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