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proceso de metamorfosis. Sara estaba sentada en su regazo. Tenía los labios<br />
entreabiertos. Ness caminaba con los pies para arriba. Oulipo las amaba más que a<br />
nadie. Nunca había conocido a alguien como Sophie.<br />
Después, un día, sin el menor aviso, Oulipo se sintió ligero como una pluma.<br />
¿Qué tenía que decirle a Sophie? Tenía que conseguir sentarse a su lado y conversar<br />
con ella.<br />
Oulipo abrió un libro y escogió un pasaje al azar. Quizás se había vuelto loco.<br />
El límite imaginario de su mundo había cambiado. Cuando tenía mucha fiebre, las<br />
imágenes de su mente adquirían vida propia y no percibía el mundo en términos<br />
espaciales. No quería volver a tocar el suelo. Era un artista de lo más típico; débil y<br />
melancólico de alma. ¿Dónde quedaba entonces Sophie? Sophie era muy fuerte,<br />
admiraba su interior, casi lo asustaba. Sus hermosos ojos. El tiempo pasado. Pero<br />
Sophie no contestaba a sus llamadas. ¿No quería verlo? No decía nada.<br />
Oulipo no podía conciliar el sueño.<br />
—Te está bien —le dijo Janice.<br />
Augusto la interrumpió y añadió:<br />
—Has sido muy perro con ella.<br />
Este es un mundo imperfecto. Después, Augusto le comunicó a Oulipo y Janice<br />
la muerte de su padre. Augusto estaba espléndido y en cierto sentido se alegraba. Su<br />
padre era oriundo de Renania, y todo el mundo actuaba según su ley y voluntad; era<br />
un soldado asesino al servicio de Dios.<br />
Augusto había mirado fijamente a su padre muerto durante unos minutos, por<br />
un momento pensó que lo había matado él. Entonces se rió y llenó una copa de vino.<br />
Todos sus traumas infantiles se desvanecieron y sintió que todos sus sentidos se<br />
abrían. Era un degenerado, un farsante. Tenía un olor resinoso que le hizo gracia.<br />
—No me dejes solo, no tengo a nadie más que a ti. Ya sé que te he hecho daño.<br />
Oulipo se sintió viejo, sus mensajes en el contestador de Sophie empezaban a<br />
sonar patéticos. Durante un tiempo, dejó de salir de casa. Al final, con dolor, se<br />
resignó. Había tenido una vida demasiado desordenada.<br />
El padre de Augusto había muerto de una intoxicación de la sangre. La vida<br />
está llena de sorpresas. Las cosas cambiaron, mucho. Ahora Augusto era encantador,<br />
su cara rebosaba de salud y no quería saber nada de su pasado.<br />
—Ya sé que no era digno, pero yo no tenía la culpa.<br />
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