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—Duérmete ahora mismo —susurró Sophie temblando.<br />
—Mientras no estabais, me tumbaba en el suelo y os imaginaba. Os observaba<br />
y os escuchaba. Era extraño.<br />
—Hueles a pintura y aceite, si no me abalanzaría sobre ti.<br />
Oulipo fue a ducharse, desapareció entre el chorro de agua y sintió un calor<br />
curioso. Permaneció absorto en sus pensamientos durante un buen rato. Salió de la<br />
ducha tiritando. Se deslizó hacia la cama y se lanzó contra su víctima desde todas las<br />
direcciones. Sophie se sentó sobre él como una conquistadora, y él sintió una<br />
dignidad que nunca había sentido. Después de mirarse un rato, no supieron qué<br />
hacer, hasta que se calmaron lo suficiente como para poder dormir.<br />
cantaba.<br />
Sophie era realmente insólita, pero Oulipo la comprendía muy bien.<br />
—¿Estás dormida, Sophie? —preguntó más tarde.<br />
Sophie resopló, que era lo que solía hacer en sueños, aunque a veces también<br />
Hacía calor. Oulipo se levantó a abrir la ventana y vio en la calle a un hombre<br />
con un ramo de rosas amarillas. Parecía alguien importante y terriblemente<br />
fascinante.<br />
Una de las primeras cosas que hizo Oulipo al día siguiente fue bajar al sótano,<br />
allí guardaba algunas cosas que fascinaban a las niñas: un lobo con brazos, ojos de<br />
colores, pieles rojas, pájaros, hadas, sirenas y un arco iris que estallaba.<br />
Sophie estaba en el salón, cosiendo. Ness de pie, inmóvil, y Sara imitándola.<br />
Las dos se pusieron eufóricas al ver lo que su padre había subido del sótano, aunque<br />
Sara se asustó un poco.<br />
Ness cogió los pieles rojas y les puso nombres de pescados:<br />
—Bacalao... Estás en Inglaterra. ¡Al agua!<br />
Sara estaba confusa, aturdida, pero muy feliz. Las dos se reían y jugaban. Sara<br />
se puso las manos sobre los ojos para no ver a su hermana, y Ness le dio un beso en la<br />
cara y después le mordisqueo los deditos del pie. A veces, la atormentaba un poco.<br />
Después empezaron a fingir que eran gallinas y ponían huevos.<br />
Sophie fue a dar un paseo por la orilla del río. Había una pareja peleándose,<br />
insultándose y cosas por el estilo. El hombre levantó la mano a la mujer y empezaron<br />
a acusarse mutuamente. Eran viejos, y tenían la misma nariz. En ese momento,<br />
Sophie vio a Janice, que iba disfrazada de rata blanca.<br />
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