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Oulipo se acercó a él un tanto confuso, apático. Lawrence lo cogió de la mano y lo<br />
besó con fuerza en los labios. Unos minutos después, le hizo una promesa. Oulipo se<br />
desmayó. Tenía frío y estaba oscuro, a partir de entonces llevaría una vida ejemplar.<br />
Augusto y Janice ya no gemían, se sentía protegidos de la furia. Habían sido<br />
presa de un horror indecible, muertos de miedo, ocultos para siempre del mundo.<br />
Pero aún existían, y estaban recobrados.<br />
Sophie estaba con sus diablillos, acompañada de su tío, que acababa de<br />
regresar de Córdoba. El tío de Sophie se estremeció al escuchar el nombre de Oulipo.<br />
desapareces?<br />
—No le deseo ningún mal, Sophie, pero no espero mucho de él. ¿Por qué no<br />
Sophie había comprendido que era absolutamente necesario olvidar a su<br />
amado, así estaría a salvo. Su tío se esforzó en convencerla, era alguien capaz de<br />
apaciguar sus estremecimientos. Le pidió que de ser posible evitara volver a verlo. A<br />
Sophie se le paralizaron las piernas y rodeó a su tío con los brazos, avergonzada por<br />
su debilidad. Se sentía desamparada, la más trivial circunstancia que le recordase a su<br />
adorado Oulipo bastaba para provocarle una grave agitación. Declaró a su tío,<br />
trastornada por el miedo, que le juraba que se mantendría lejos de él.<br />
Así pasaba la vida en suspiros. Mientras, Oulipo se arrojaba en brazos de su<br />
abuela y bañaba sus mejillas con lágrimas. Le contó todas sus aventuras con Sophie,<br />
que no dejaron indiferente a la anciana:<br />
—Es hermosa, como una virgen. Delicada, dulce.<br />
Concluyó su discurso diciéndole a Oulipo que le haría un auténtico servicio al<br />
cielo tratando a Sophie como Dios manda. Era su amada, ¿o su amante?<br />
Al volver a casa, Oulipo se sumió en una total oscuridad, trazó un círculo<br />
alrededor de él y cogió la lámpara. Había echado a Sophie. ¡Imprudente! ¿Qué había<br />
hecho? Ya no podía despertar su deseo. Intentó llamarla, pero no se atrevió, aunque<br />
estaba seguro de su pasión. Se ruborizó. Su vida entera estaba en una balanza.<br />
¿Dónde estaba Sophie? Estaba locamente enamorado de sus huesos, de su sangre, de<br />
sus músculos y hasta de sus globos oculares.<br />
Sophie estaba parada en una esquina bajo unas luces rojas, no tenía ni fuerza<br />
ni fe para empezar de nuevo, y se sentía más desdichada que nunca. Pensaba que era<br />
torpe, y tuvo la sensación de que había dado un cambio de rumbo. Era una<br />
recompensa que se tenía que conceder a sí misma. Eran incompatibles. Iba vestida de<br />
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