Jotter [PDF 494 K]

—No quiero volver a ver serpientes jamás. Ni hervidas en una cacerola.
Sophie no entendía qué ocurría, parecía una visión fugaz.
—¡No sabéis lo que es!
Oulipo sonrió:
—Las serpientes son realmente sabrosas. El puré...
—¿De verdad?
—Puré de serpiente con guisantes o zanahorias.
Ness dirigió a su padre una mirada helada.
—Papá, con pasas y miel —había una sonrisita pícara en su cara.
Sophie y Oulipo se quedaron mirándose. Luego, de repente, Ness se levantó y
los cogió de la mano.
—Vamos a coger un taxi.
—¿Dónde vamos?
—A la estación. Será fantástico. Maravilloso. Me lavaré los dientes. ¿Cuántos
años vive una serpiente?
—¿Por qué?
—¿Ochenta y seis? ¿Muchos?
—Me temo que no.
—¿Estás seguro?
—No.
—¿Y por qué me contestas?
—No lo sé.
—Hay una gran serpiente que me mira y gruñe. En sueños.
—¿Y luego?
—Después de eso se sienta sobre un algodón y llama el cartero con veinte kilos
de carne con una flecha. Nuestras sábanas son de piel de casa. Grises.
Sophie la interrumpió.
—¿Es eso? ¿Por un sueño?
Ness siguió, palideciendo:
—Pasa por el filtro del café. La serpiente. Con un cocodrilo detrás que me
oprime el estómago. Papá lleva unos vaqueros con flores en la cabeza. Y un libro con
páginas de padres. Tú coges una muñeca y le haces un examen. Muy bien. Después de
todo eso la serpiente está en la alfombra y yo grito. Vosotros os peleáis. Os dais una
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