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Instituto Amazonico de Investigaciones Cientificas SINCHI<br />
Para ello ha integrado verticalmente las diferentes fases del proceso que van desde la producción de<br />
hoja de coca, hasta la colocación de la cocaína en los mercados mayoristas, pasando por el procesamiento<br />
primario de la hoja para obtener la pasta básica, y la posterior cristalización o extracción del clorhidrato<br />
que, con economías de escala y sin intermediación alguna, exporta directamente en grandes cantidades<br />
hacia los países consumidores. 25<br />
Dado que la magnitud del tráfico de cocaína se percibió tardíamente en Colombia y, porque durante sus<br />
primeros años éste se abasteció de la hoja que importaba del Perú y de Bolivia, las superficies cultivadas<br />
con coca apenas empiezan a aparecer en las estadísticas a partir de los primeros años de la década del<br />
ochenta del siglo veinte.<br />
El cultivo de la coca que en la década del ochenta del siglo XX estaba confinada en las zonas marginales<br />
del país, en la actualidad se irradia por 22 de sus 32 departamentos. Es más, ahora se irriga por Venezuela,<br />
Ecuador y Brasil. Las 4.000 hectáreas que en 1981 se encontraban cultivadas con coca en Colombia equivalían<br />
a menos de una veinteava parte de la superficie que los países andinos dedicaban a la producción de esa<br />
planta en ese año.<br />
No obstante, con pequeños altibajos, pero de manera sostenida, las áreas dedicadas a su cultivo han<br />
venido expandiéndose no sólo en Colombia, sino en los otros dos países de la región Andina productores<br />
de coca: Perú y Bolivia. En el caso colombiano, las 15.500 hectáreas que se cultivaban con coca en 1985<br />
se convirtieron en 85.750 en el 2005. Esto significa que la superficie cocalera del país se multiplicó por 4,5<br />
en el lapso de 19 años<br />
En el ámbito global, las 85.000 hectáreas que en los primeros años de la década del ochenta se dedicaban<br />
a la producción de coca en los países Andinos se incrementaron en un 116% hasta llegar a las 184.000<br />
hectáreas de superficie en el 2004.<br />
A pesar de la llamada guerra contra las drogas y de los costos económicos, sociales, políticos, ambientales<br />
y humanos asociados a ésta, no sólo se han mantenido las áreas cultivadas en Perú y Bolivia, sino que en<br />
Colombia los cultivos, por una parte, se han atomizado en las zonas productoras 26 y, por otra se han esparcido<br />
por casi toda la geografía nacional.<br />
Sobre este último aspecto conviene señalar que si bien es cierto que durante su fase de introducción<br />
al país, la producción comercial de coca escogió un puñado de departamentos de la Amazonia, durante la<br />
fase de difusión ocurrida en los años ochenta y primeros del noventa, su cultivo se fue expandiendo hacia<br />
las áreas aledañas amazónicas y orinoquenses, para luego, en la fase actual de consolidación, esparcirse<br />
por la mayoría de los departamentos colombianos.<br />
Este último proceso se asocia con la represión, de la cual han sido los pequeños productores asentados<br />
en los departamentos cocaleros pioneros, puesto que a medida que se reprimía la producción de coca en el<br />
Guaviare, se ampliaban las áreas cocaleras en el Caquetá y, cuando el glifosato afectó los cultivos de este<br />
25 Al contrario de lo que sucede con la heroína, que desde que sale de las manos de los productores de opio de países como Birmania, cambia de propietario unas<br />
100 veces antes de llegar al consumidor final de los Estados Unidos (Brzezinski, 2002), la cocaína no sólo tiene un número mucho menor de intermediarios, sino<br />
que tiende a exportase en grandes cantidades, con lo cual se acrecientan las ganancias y se tiene una mayor control sobre el mercado.<br />
26 En un trabajo realizado en 1997 ya se planteaba qua una de las estrategias utilizada por los cocaleros minifundistas para protegerse de la amenaza de las<br />
fumigaciones era distribuyendo y fragmentando estratégicamente las nuevas áreas dedicadas a la producción. En este caso la idea consiste en incrementar el<br />
área sembrada pero teniendo el cuidado de que cada uno de los plantíos no sobrepase el cuarto o la media hectárea, porque lo que importa es la sumatoria de<br />
las áreas cultivadas, más aun cuando éstas estén dispersas y medianamente camufladas con rastrojo. Al respecto véase Arcila, Oscar “Estudio de prefactabilidad<br />
para el establecimiento de una Zona de Reserva Campesina en el Guaviare”. Instituto Sinchi, Bogotá, 1997