Musica Para Camaleones
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MÚSICA PARA CAMALEONES // SER VIAJERO NO VIAJANTE<br />
Metodología de Pedagogías Invisibles.<br />
una noción vertical de la cultura, ni solamente<br />
como estadios de crecimiento personal, sino,<br />
sobre todo, como herramientas básicas para<br />
operar en aquel mundo complejo y cambiante<br />
que antes mencionábamos.<br />
Pero, ¿están la práctica artística y la institución<br />
arte realmente habilitadas para llevar a cabo<br />
dicha función, o se trata de una mera usurpación<br />
de papeles y una adscripción oportunista<br />
al auge de lo educativo? En el caso de estarlo,<br />
¿en qué radicaría la especificidad de ese aprendizaje<br />
que se produce desde lo estético y desde<br />
el arte? La historia del arte de vanguardia nos<br />
ayuda a responder positivamente a la primera<br />
pregunta: desde Klee y Kandinsky, a Oteiza, Munari<br />
y Beuys, muchos artistas del siglo pasado<br />
entendieron su práctica dentro de un modelo<br />
ampliado de pedagogía. Por mucho que el sistema<br />
del arte actual propicie el manierismo<br />
y la impostura, las dinámicas de trabajo colaborativo<br />
y los hábitos y medios de compartir<br />
conocimientos han dado un salto cualitativo<br />
en los últimos años. Los artistas no han sido<br />
ajenos a ello, contagiándose y convirtiéndose<br />
a menudo en pioneros en el alumbramiento de<br />
espacios y métodos de trabajo adecuados a tales<br />
dinámicas de co-aprendizaje y a la generación<br />
de herramientas de acción cooperativa.<br />
<strong>Para</strong> responder a la segunda pregunta,<br />
debemos situar dicha especificidad, en primer<br />
lugar, en una crítica radical de la praxis pedagógica:<br />
de sus objetivos y de los modos de relación<br />
que pone en marcha. La así llamada “educación<br />
radical”, tan nombrada en los últimos años, ha<br />
hecho suyo este imperativo, cuestionando y volviendo<br />
del revés las prelaciones y jerarquías de<br />
la educación “normal” y normativa. En segundo<br />
lugar, habrá que situar aquella especificidad en<br />
el estímulo y el desarrollo de las capacidades<br />
intelectivas, sensoriales, imaginativas y plásticas<br />
de descubrir y apreciar la diferencia, convirtiendo<br />
el aprendizaje en un proceso abierto<br />
y de apertura al mundo. Se podría decir que la<br />
experimentalidad y la generación de apertura<br />
son el ámbito de intersección natural entre la<br />
educación y el arte.<br />
Traer todo ello a tierra, gestionarlo y<br />
dotarlo de efectividad es enormemente difícil,<br />
sobre todo si se quiere ir más allá de los<br />
dispositivos de enunciación, como son, por<br />
ejemplo, la exposición o el espectáculo, por<br />
muy sugestivos y densos en significados que<br />
estos puedan ser. El proceso de aprendizaje<br />
es siempre de media o larga duración. Exige<br />
dejar espacio al ensayo y al error, a la repetición<br />
y a la indeterminación. Sus efectos son<br />
difícilmente calibrables, pues siempre vienen<br />
diferidos o distorsionados por otros procesos<br />
y por multiplicidad de factores de toda índole,<br />
que constituyen las condiciones reales del<br />
aprendizaje. Muy raramente los artistas, y lo<br />
mismo puede decirse de sus instituciones,<br />
como es el Museo Reina Sofía, son capaces de<br />
adecuar sus propuestas a dichas condiciones.<br />
La experiencia del arte viene aún enmarcada<br />
prioritariamente dentro de la lógica del<br />
acontecimiento y del encuentro único e irrepetible<br />
y el museo tiende a ser el vehículo de<br />
tal experiencia. Otro tanto se puede decir de<br />
la dificultad de conciliar de las pretensiones<br />
de experimentalidad y apertura de este arteeducación<br />
que ofrece el museo con la lógica<br />
de los currículos educativos tanto infantiles<br />
como de enseñanza superior, encomendados<br />
de la tarea de dotar a los estudiantes de una<br />
estructura estable en que sedimentar los co-<br />
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