ontem e hoje - Repositório Aberto da Universidade do Porto

metodológicas que se le atribuyen hoy en día. iPor qué? Porque no establecían una
barrera infranqueable entre 10 racial y 10 político, entre 10 natural y 10 cultural. E1
paso de una a otra era una pura coyuntura histórica, indefinidamente acelerable en
Ia concepción de Locke sobre la mente como un "gabinete vacío". Ahora, nuestras
concepciones (y nuestra crítica a la noción de raza) son otras, pero en algunos aspectos
Ias consecuencias prácticas se continúan acomodando a 10s parámetros ilustrados.
Curiosamente, 10s mznnn malgaches, en las antípodas de la modernidad anunciada
por Ia Ilustración, manifiestan la misma plasticidad. iPor qué entonces e1 alarmismo
antirracista ante discursos como e1 federalismo o, incluso, e1 etnonacionalismo merina,
si 10 más probable es que vayan a ser leídos en la clave elástica de 10s rnzniin?
Apartir de1 ejemplo de Madagascar, he intentado apuntar algunos de 10s intereses
inconfesables o, simplemente, acallados que pueden explicar ese alarmismo. Me
gustaría lanzar algunas generalizaciones para su reflexión y contras te. Y perdonadme
e1 tono dela perorata, pero la alusión a1 racismo invoca irresistiblemente la noción de
culpa y unono puede evitar e1 jugar conlas herramientas culturales propias. E1 pecado
de1 colonialismo no fue la invención de las etnias, bajo un sustrato racista, tal como
quiere la prepotencia deconstructista. Más allá de 10 adecuado de la denominación,
e1 pecado fue reformularlas en términos esencialistas comprensibles para 10s
occidentales para luego negarles cualquier validez política; con ello, negaban la
expresión de 10s colonizados en 10s términos que éstos dominaban. Y esta negación
Ia comparten universalista, instrumentalistas s y anticoloniales de1 más variado pelaje.
E1 moderno modelo occidental de derechos y deberes, cristalizado en la demo-
cracia parlamentaria, parte de la igualdad individual. Pero es una falsa igualdad. Las
construcciones normativas derivadas están plagadas de falsedades: ;quién cree en Ia
garantía constitucional a una vivienda digna? icómo se justifica Ia exclusión de 10s
no nacionales o de 10s no europeos o de 10s no humanos? iqué decir de las innu-
merables exclusiones fácticas de 10s menos favorecidos económicamente? Se podría
objetar razonablemente que la democracia es un ideal consensuado, siempre por afinar
y cuyos mecanismos están sujetos a una perpetua negociación. En tal caso ipor qué
no admitir la concurrencia política de modelos que no parten de una falsa igualdad,
sino de una diferencia, en parte real y en parte falseada, pero asumida, jerarquizada?
E1 tan temido culturalismo en e1 discurso político (y e1 racismo es quizás Ia baza más
fuerte de tal temor) no deja de ser reversible por definición. No importa e1 idealismo
fijista con e1 que se formule: si necesita proselitismo es que es móvil.
A1 fin y a1 cabo, las soluciones sociales adoptadas dependerán en cada momento
dela oferta de cada modelo, una oferta evaluable por parte de las personas concretas.
;Podemos descartar esa evaluación en nombre de la democracia? iDesde luego que
podemos, se está haciendo! iPero semejante orientación ha asegurado iin mayor
bienestar o una interiorización de1 patrón supuestamente universal? Lo cierto es que