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I,nº9Fechadepublicación:4deMayo2012

revista completa - ANPE BADAJOZ

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El Lenguaje científico en la sociedad – Javier Cano Plasencia –ISSN: 1989-9041, Autodidacta ©Hace unos años se emitía por televisión un spot publicitario de una determinadamarca de agua mineral. El anuncio en cuestión nos hablaba de las bondades del aguaen la eliminación de residuos del organismo, y consistía básicamente en el plano fijode un vaso de cristal lleno en un tercio de su capacidad con agua recubierta con unapelícula de un residuo aceitoso. Un brazo irrumpía en la secuencia vertiendo poco apoco agua en el vaso y, a medida que éste se llenaba, la película aceitosa ibaascendiendo al compás el nivel del agua hasta que el líquido se desbordabaexpulsando el residuo del recipiente.Una analogía rigurosa y eficaz, sin artificios. Realmente no se necesita mucho máspara transmitir un concepto con claridad; tanto que, año tras año, lo uso como ejemplopara mis alumnos. Sin más ni más, quince segundos de ciencia pura.4. CONCLUSIÓNMe encantaría hacerlo, pero no puedo. Disfrutaría argumentando, como conclusiónmagistral del artículo, que la comunidad científica mundial y la española en particularconsiguen establecer un vínculo íntimo e irrompible con la sociedad actual, que ellenguaje de la ciencia es asimilado por todos los ciudadanos fácil y naturalmente y queel interés general por el avance científico va a más por lo accesible de sus contenidosy la sencillez empleada a la hora de darlos a conocer. La realidad, desgraciadamente,sugiere todo lo contrario.El eurobarómetro citado en este artículo nos dice que un 31% de los ciudadanosde la Unión Europea afirma que las noticias que más le interesan son las relacionadascon la investigación científica. No es mi intención desacreditar una fuente deinformación tan respetada, pero hablando en plata, yo eso no me lo creo; al menos enmi particular microcosmos de 20 personas, no. Quizás pueda argumentarse que estedato cuenta con escaso valor estadístico debido al reducido número de individuos delmuestreo, pero sospecho que si ampliamos el rango hasta llegar al total de habitantesde mi ciudad, tampoco alcanzaríamos ese más que optimista treinta y uno por ciento.En general, los españoles no estamos interesados por la ciencia. Nos encanta, encambio, proclamar a los cuatro vientos que sí lo estamos y declararnos fielesseguidores de los documentales de la 2, cuando la realidad de las audiencias nos diceque los programas del corazón y el fútbol siguen, nunca mejor dicho, ganando porgoleada. En estos tiempos de crisis, los primeros recortes económicos fueron dirigidosa la investigación. Nuestros científicos, punteros a nivel mundial, carecen de recursospara sus proyectos y no les queda otra que emigrar para gloria de otros países que losacogen con los brazos abiertos. No le damos importancia a la investigación científica,y en lugar de maquillar esta verdad con datos y encuestas que no se sostienen, cabríaempezar a preguntarse por qué.Todos podemos y debemos contribuir. Como profesor de biología, me señalo comoel primero de los culpables; así que hago acto de contricción y, como muestra, ahí va72

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