24.09.2015 Views

Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0

Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0

Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

espectáculo <strong>de</strong> Harrah’s, pero antes nos cuenta <strong>la</strong> reg<strong>la</strong> número uno <strong>de</strong> <strong>la</strong> magia: no hacer nunca el<br />

mismo truco dos veces, por lo menos ante el mismo público. «Resulta difícil —cuenta—, porque si<br />

haces un truco que real<strong>mente</strong> consigue engañar a <strong>la</strong> gente, lo primero que dicen cuando terminas es:<br />

«¡Increíble! ¡Otra vez, por favor! ¡Hágalo otra vez!». Y entonces uno piensa, bueno, ¿y por qué no?<br />

¿Qué hay <strong>de</strong> malo en hacer el mismo truco dos veces? —Mac se contesta a sí mismo esbozando una<br />

sonrisa <strong>de</strong> complicidad—. Pues que al hacer el truco por segunda vez darás <strong>de</strong>masiadas pistas».<br />

Para <strong>de</strong>mostrarlo, Mac escoge a un tipo entre el público para que lo ayu<strong>de</strong> en el escenario. Se<br />

l<strong>la</strong>ma Marvin Chun y es un célebre profesor <strong>de</strong> ciencia visual en Yale, pero Mac no lo sabe. Hoy<br />

Marvin no es el que da <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se precisa<strong>mente</strong>. «Marvin —le dice Mac—, tengo una sorpresa para ti. He<br />

<strong>de</strong>cidido darte un premio por ayudarme. Lo he guardado en el zapato. Veamos qué tenemos para ti,<br />

Marvin». Mac se quita el zapato <strong>de</strong>recho y cae al suelo una bolsita <strong>de</strong> miel. No es un premio muy<br />

atractivo, así que todos sofocamos <strong>la</strong> risa. «No, Marvin, el premio es el zapato —dice Mac—. Es un<br />

Rockport. Son unos zapatos estupendos. ¿Sabes cómo se distingue un Rockport <strong>de</strong> verdad? —pregunta<br />

dando golpecitos al zapato—. Pues por los pedruscos que lleva <strong>de</strong>ntro».<br />

En ese momento una piedra <strong>de</strong>scomunal cae al suelo con un ruido sordo. A diferencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> bolsita<br />

<strong>de</strong> miel, <strong>la</strong> piedra constituye toda una sorpresa. Lo que no sabemos es cómo es posible que esa piedra<br />

haya caído <strong>de</strong>l zapato. «La tenía escondida en un lugar secreto», dice Mac antes <strong>de</strong> que se lo<br />

preguntemos.<br />

ERRORES<br />

Des<strong>de</strong> nuestra posición en el escenario, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> los artistas, no hemos podido ver bien <strong>la</strong> piedra,<br />

pero nos hemos enterado <strong>de</strong> su existencia durante <strong>la</strong> char<strong>la</strong> <strong>de</strong> Teller, porque, justo en ese momento,<br />

a Mac se le ha caído acci<strong>de</strong>ntal<strong>mente</strong> <strong>de</strong>l bolsillo trasero <strong>de</strong> los pantalones. Ha hecho tanto ruido al<br />

caer que todo el mundo <strong>de</strong>bería haber<strong>la</strong> oído, pero sólo nos hemos dado cuenta <strong>de</strong> lo sucedido los<br />

que estábamos en el estrado. Jamás olvidaremos <strong>la</strong> cara <strong>de</strong> circunstancias <strong>de</strong> Mac, tratando <strong>de</strong><br />

recuperar a gatas <strong>la</strong> piedra y mirándonos mientras <strong>la</strong> buscaba a tientas <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> su sil<strong>la</strong>. A pesar <strong>de</strong><br />

que nadie ha visto caer <strong>la</strong> piedra, el hecho <strong>de</strong> haber oído el impacto y <strong>de</strong> haber visto a Mac<br />

arrastrándose indigna<strong>mente</strong> por el escenario podría haber dado alguna pista <strong>de</strong> lo que acababa <strong>de</strong><br />

ocurrir. Sin embargo, no ha sido así. Por lo visto, nadie <strong>la</strong> ha oído ni recuerda haber visto a Mac<br />

hurgando <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> su sil<strong>la</strong>.<br />

Se nos ocurrió entonces que los magos, al igual que todos nosotros, también cometen errores en<br />

su trabajo. Pero <strong>la</strong>s equivocaciones <strong>de</strong> los magos se producen en un contexto insólito para el<br />

espectador, <strong>de</strong> modo que cualquier fallo con un objeto o un movimiento pasa inadvertido para casi<br />

todo el mundo. <strong>Los</strong> magos lo saben y por eso <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n seguir a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, a pesar <strong>de</strong> <strong>la</strong> evi<strong>de</strong>ncia<br />

manifiesta <strong>de</strong>l error. Y es que una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> un buen mago es saber recuperarse con<br />

soltura <strong>de</strong> cualquier tropiezo inesperado. Mac nos contó una anécdota divertidísima <strong>de</strong> cuando<br />

empezó en <strong>la</strong> profesión. Uno <strong>de</strong> sus trucos más célebres consiste en sacarse un pececillo vivo <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

boca y soltarlo luego <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un vaso <strong>de</strong> agua que sostiene entre sus manos un voluntario elegido

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!