Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0
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<strong>de</strong>l 25 al 36). Huelga <strong>de</strong>cir que ninguna <strong>de</strong> estas estadísticas sirve para cambiar el hecho <strong>de</strong> que hay<br />
una probabilidad entre 36 <strong>de</strong> que <strong>la</strong> bo<strong>la</strong> caiga en cualquier número en <strong>la</strong> jugada siguiente. 45 Por eso<br />
no resulta nada extraño que Carolina, al igual que muchos crupiers, nunca juegue.<br />
La fa<strong>la</strong>cia <strong>de</strong>l jugador es <strong>la</strong> creencia equivocada <strong>de</strong> que <strong>la</strong> probabilidad <strong>de</strong> un suceso aumenta<br />
cuando ha transcurrido un <strong>la</strong>rgo periodo <strong>de</strong> tiempo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que dicho suceso tuvo lugar por primera vez.<br />
Si nos encontramos en plena sequía, nos parecerá más probable que al día siguiente llueva. Si hemos<br />
tenido cuatro niñas seguidas, nos parecerá más probable que el siguiente sea un niño. Y si somos<br />
jugadores y hace mucho tiempo que <strong>la</strong> bo<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> ruleta no ha caído en el 20, también creeremos más<br />
probable que sea este número el que salga.<br />
Uno <strong>de</strong> los ejemplos más memorables referidos a <strong>la</strong> fa<strong>la</strong>cia <strong>de</strong>l jugador tuvo lugar en 1913 en el<br />
casino <strong>de</strong> Montecarlo. Con sus elegantes trajes, los jugadores que apostaban a <strong>la</strong> ruleta vieron cómo <strong>la</strong><br />
bo<strong>la</strong> caía en el color negro veintiséis veces seguidas. Muchos clientes, cada vez más nerviosos,<br />
empezaron a apostar al rojo, convencidos <strong>de</strong> que acertarían en <strong>la</strong> siguiente jugada. Sabían que <strong>la</strong> ruleta<br />
es puro azar, pero <strong>de</strong> alguna manera tenía que «autocorregirse», ¿no?<br />
Pues no. Todos sucumbimos a esta superstición <strong>de</strong> que cuando observamos una <strong>de</strong>sviación en un<br />
proceso aleatorio por lógica, el <strong>de</strong>sequilibrio se corregirá en algún momento. Preguntémonos, por<br />
ejemplo, qué resultado será el más probable si <strong>la</strong>nzamos una moneda al aire siete veces. Será cara,<br />
cara, cara, cara, cara, cara, cara. O bien cruz, cruz, cruz, cruz, cruz, cruz, cruz. O quizá cara, cruz, cruz,<br />
cara, cruz, cara, cara.<br />
Respuesta: <strong>la</strong>s probabilida<strong>de</strong>s son <strong>la</strong>s mismas en todos los casos. Cada <strong>la</strong>nzamiento es imparcial e<br />
in<strong>de</strong>pendiente. La moneda no tiene memoria. Si sale cruz veinte veces seguidas, <strong>la</strong> probabilidad <strong>de</strong><br />
que vuelva a salir cruz es <strong>de</strong> una entre dos. Po<strong>de</strong>mos elegir los mismos números <strong>de</strong> lotería o<br />
cambiarlos constante<strong>mente</strong>; en ambos casos, <strong>la</strong>s probabilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> ganar el sorteo son <strong>la</strong>s mismas.<br />
Podríamos apostar a los mismos números <strong>de</strong>l sorteo <strong>de</strong>l día anterior y tendríamos <strong>la</strong> misma<br />
probabilidad <strong>de</strong> ganar. El universo no recuerda ningún resultado <strong>de</strong>l pasado que favorezca o impida<br />
una combinación futura.<br />
DOS CABRAS Y UN COCHE<br />
En septiembre <strong>de</strong> 1990, en <strong>la</strong> columna dominical «Ask Marilyn» (Pregúntele a Marilyn) <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
revista Para<strong>de</strong>, don<strong>de</strong> <strong>la</strong> autora respon<strong>de</strong> a preguntas <strong>de</strong> los lectores acerca <strong>de</strong> diversos temas, se<br />
p<strong>la</strong>nteó el siguiente acertijo: imaginemos que estamos en un concurso <strong>de</strong> televisión y <strong>de</strong>bemos<br />
elegir entre tres puertas. Detrás <strong>de</strong> una <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s hay un coche, mientras que en <strong>la</strong>s otras dos hay una<br />
cabra. Nos <strong>de</strong>cidimos por <strong>la</strong> primera, por ejemplo, y el presentador, que sabe qué hay <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> cada<br />
puerta, abre otra —<strong>la</strong> número tres— y aparece una cabra. Mientras miramos <strong>la</strong> cabra, nos pregunta:<br />
«¿Insiste usted en preferir <strong>la</strong> puerta número uno, o quiere cambiar<strong>la</strong> por <strong>la</strong> número dos?». ¿Qué<br />
haríamos en esa situación? ¿En qué medida nos beneficiaría cambiar <strong>de</strong> opción?<br />
El acertijo se conoce popu<strong>la</strong>r<strong>mente</strong> como «el problema <strong>de</strong> Monty Hall», <strong>de</strong>be su nombre al<br />
presentador <strong>de</strong>l concurso <strong>de</strong> <strong>la</strong> televisión estadouni<strong>de</strong>nse Let’s Make a Deal (Hagamos un trato), y