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Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0

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emocional…, o quizá <strong>la</strong> económica». Y así con todo. Cada afirmación se realiza elevando <strong>la</strong><br />

entonación; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista gramatical, parece una afirmación, pero invita a una conclusión,<br />

como si fuera una pregunta. Lo normal es equivocarse muchas veces, pero <strong>la</strong> gente se olvida <strong>de</strong> los<br />

errores y sólo recuerda los aciertos.<br />

Tendrá usted que ha<strong>la</strong>gar <strong>de</strong>scarada<strong>mente</strong> al cliente. Recuér<strong>de</strong>lo bien, los vi<strong>de</strong>ntes obtienen<br />

éxito diciéndonos lo que queremos creer. Hay que sobreactuar. No le suelte <strong>de</strong> buenas a primeras:<br />

«A usted le gusta el he<strong>la</strong>do». En lugar <strong>de</strong> eso, estudie con <strong>de</strong>tenimiento <strong>la</strong> bo<strong>la</strong> <strong>de</strong> cristal, <strong>la</strong> palma<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> mano <strong>de</strong>l tipo que haya ido a consultarle, o <strong>la</strong>s hojas <strong>de</strong>l té, o <strong>la</strong>s cartas <strong>de</strong>l tarot, o <strong>la</strong>s<br />

manchas que lleve en <strong>la</strong> camisa —tanto da—, y adopte poco a poco una expresión <strong>de</strong> interés y<br />

perspicacia: «Su luna llena en <strong>la</strong> Vía Láctea me dice que a usted le gusta el he<strong>la</strong>do». Cuanto más<br />

sobreactúe, más creerán en sus po<strong>de</strong>res. «¡Es increíble! ¡Me encanta el he<strong>la</strong>do!».<br />

Hay que formu<strong>la</strong>r cuestiones básicas sobre <strong>la</strong> etapa vital en <strong>la</strong> que se encuentre el cliente. Según<br />

el mentalista Derren Brown, <strong>la</strong> gente que aún no ha cumplido los treinta suele estar muy<br />

ensimismada preguntándose en qué consiste <strong>de</strong> verdad su vida. A <strong>la</strong> gente <strong>de</strong> más edad acostumbra<br />

preocuparle <strong>la</strong> enfermedad y <strong>la</strong> muerte. Tampoco olvi<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirle obvieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l tipo: «A veces es<br />

usted introvertido»; sonarán como algo muy profundo. Déjelo todo un poco en el aire, por ejemplo:<br />

«Es usted una persona muy creativa, pero no me refiero con ello a que tal vez le guste <strong>la</strong> pintura,<br />

sino que su creatividad se manifiesta <strong>de</strong> formas más sutiles». Si resulta que al cliente le gusta<br />

pintar, ¡bingo!, lee usted muy bien <strong>la</strong> <strong>mente</strong>. Y si no, estará ha<strong>la</strong>gando <strong>la</strong> creatividad interior <strong>de</strong>l<br />

cliente.<br />

Pregunte siempre: «¿Quién es Michael?». O Linda, o cualquier nombre muy común que el<br />

cliente pueda i<strong>de</strong>ntificar con facilidad aunque sea en sus variantes, como Mike, Mitch, Lynn o<br />

Lynette, etc. Jamás le diga: «¿Quién es Bathsheba?», a menos, c<strong>la</strong>ro, que esté usted completa<strong>mente</strong><br />

seguro y quiera llegar triunfante a <strong>la</strong> meta. Recuer<strong>de</strong> que, como vi<strong>de</strong>nte, no lo limitan ni el tiempo<br />

ni <strong>la</strong> verdad. Si no conoce a nadie en el presente con ese nombre, pregúntele si conoció a alguien<br />

que se l<strong>la</strong>mara así en el pasado, y si eso también fal<strong>la</strong>, dé un salto hacia el futuro y, con cara <strong>de</strong><br />

preocupación, diga: «Entonces, tenga mucho cuidado cuando conozca a alguien que se l<strong>la</strong>me<br />

Bathsheba. Veo problemas, quizá una traición…».<br />

Las lecturas fueron para todos los gustos. Un vi<strong>de</strong>nte afirmó que el soldadito no era el juguete <strong>de</strong><br />

un niño, sino una pieza <strong>de</strong> ajedrez <strong>de</strong> <strong>la</strong> década <strong>de</strong> 1940 que había pertenecido a un caballero l<strong>la</strong>mado<br />

Aiken. Otro nos dijo que en realidad se trataba <strong>de</strong> un soldado alemán (recor<strong>de</strong>mos que es británico) y<br />

que <strong>la</strong> conexión que sentía Susana se <strong>de</strong>bía al hecho <strong>de</strong> que, en una vida anterior, el<strong>la</strong> había trabajado<br />

<strong>de</strong> criada en el mismo lugar <strong>de</strong> Alemania <strong>de</strong> don<strong>de</strong> procedía el soldado. Otro aseguró que éste era una<br />

representación <strong>de</strong> Susana, proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> una vida anterior. «Es usted cuando era César; no, espere, uno<br />

<strong>de</strong> los generales <strong>de</strong> César. Un momento, ¿quién era César? ¿Un rey o algo parecido?».<br />

En cuanto al futuro inmediato <strong>de</strong> Susana, dos <strong>de</strong> los vi<strong>de</strong>ntes le dijeron que sus espíritus<br />

guardianes querían que retomara los estudios, pero hubo otros que, al ver que habíamos ido a <strong>la</strong> feria

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