Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0
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antes <strong>de</strong> que pudiera registrarse movimiento alguno. Podría pensarse que esta <strong>de</strong>mora se <strong>de</strong>be al<br />
tiempo que requiere <strong>la</strong> conexión entre el cerebro y los músculos. Pero ¿tanto como un segundo? Por<br />
supuesto que no. Des<strong>de</strong> luego, estaba ocurriendo algo muy interesante. [8]<br />
Este hal<strong>la</strong>zgo implica que nuestro cerebro <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> moverse <strong>de</strong> forma inconsciente antes <strong>de</strong> que<br />
seamos conscientes <strong>de</strong> ello. En otras pa<strong>la</strong>bras, que es nuestro cerebro, y no nuestra <strong>mente</strong> consciente,<br />
quien toma <strong>la</strong> <strong>de</strong>cisión. Pue<strong>de</strong> que esto no encaje con lo que experimentamos cada día, pero así<br />
funciona en realidad <strong>la</strong> <strong>mente</strong>. Sin embargo, antes <strong>de</strong> que nos sintamos abrumados por ello, digamos<br />
que estos resultados tienen también su <strong>la</strong>do bueno: si bien <strong>la</strong>s <strong>de</strong>cisiones se gestan antes <strong>de</strong> tiempo y<br />
<strong>de</strong> forma inconsciente, po<strong>de</strong>mos vetar<strong>la</strong>s cuando queramos. Según Libet y otros especialistas, tal vez<br />
no tengamos libertad para <strong>de</strong>cir que sí, pero sí <strong>la</strong> tenemos para <strong>de</strong>cir que no.<br />
BIEN DOTADOS A SU PESAR<br />
El libre albedrío constituye un sentimiento muy dominante en nuestra psique, pero en condiciones<br />
cuidadosa<strong>mente</strong> diseñadas <strong>de</strong> <strong>la</strong>boratorio, como en el caso <strong>de</strong>l experimento <strong>de</strong> Libet, <strong>la</strong> voluntad<br />
pue<strong>de</strong> mostrarse tal cual es, como una sofisticada ilusión cognitiva. Y si nos fijamos bien, no es<br />
difícil encontrar ejemplos que ponen en evi<strong>de</strong>ncia esta ilusión en nuestra vida cotidiana. ¿Quién no<br />
ha tenido alguna vez una conducta compleja en <strong>la</strong> que ha perdido completa<strong>mente</strong> el control por<br />
mucho que haya intentado dominarlo? No nos referimos a funciones corporales como toser,<br />
estornudar o alcanzar un orgasmo. Éstas son, sin duda, conductas complejas en <strong>la</strong>s que nos sentimos<br />
disociados <strong>de</strong> <strong>la</strong>s acciones <strong>de</strong> nuestro cuerpo, pero constituyen reflejos más que opciones <strong>de</strong> libre<br />
elección. <strong>Los</strong> drogadictos, los alcohólicos y los pacientes que pa<strong>de</strong>cen algún <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n neurológico<br />
pier<strong>de</strong>n el sentido <strong>de</strong> <strong>la</strong> voluntad, pero ¿qué ocurre con <strong>la</strong> gente sana?<br />
Durante una visita a <strong>la</strong> ciudad natal <strong>de</strong> Susana, A Coruña, fuimos testigos <strong>de</strong> un ejemplo <strong>de</strong><br />
alguien que «perdió» el control. Un concejal <strong>de</strong>l ayuntamiento, Carlos González-Garcés, aparecía<br />
en <strong>la</strong> televisión dando una aburrida rueda <strong>de</strong> prensa sobre un nuevo p<strong>la</strong>n <strong>de</strong> seguridad contra<br />
incendios <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad.<br />
«En este año se han realizado doce cursos <strong>de</strong> especialización y se ha hecho hincapié muy fuerte<br />
en los cursos dados a los bomberos <strong>de</strong> nuevo ingreso», anunció. Y a continuación proporcionaba<br />
algunos <strong>de</strong>talles sobre dichos cursos antes <strong>de</strong> abordar el nivel <strong>de</strong> equipación <strong>de</strong>l cuerpo <strong>de</strong><br />
bomberos.<br />
«Están bien dotados», sentencia en un momento dado González-Garcés ante los periodistas.<br />
Dicho esto, esboza una sonrisa y se corrige a sí mismo. «Están bien dotados en cuanto a medios<br />
materiales». Pero se da cuenta <strong>de</strong> que acaba <strong>de</strong> empeorar <strong>la</strong>s cosas y rega<strong>la</strong> a los presentes una<br />
sonrisa aún mayor, que enseguida intenta contener. El pobre hombre hace a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> disimu<strong>la</strong>r<br />
mirando hacia abajo y a uno <strong>de</strong> los <strong>la</strong>dos <strong>de</strong> <strong>la</strong> hilera <strong>de</strong> micrófonos que tiene ante sí. «Tanto es así,<br />
que este año se ha realizado una inversión concreta…», continúa, pero no pue<strong>de</strong> evitar soltar una<br />
carcajada y una risita tras otra. «Lo he hecho sin querer», asegura, y empieza a moverse <strong>de</strong> un <strong>la</strong>do<br />
a otro en <strong>la</strong> sil<strong>la</strong> como si estuviera a punto <strong>de</strong> hacerse pis. Para entonces, todos los presentes en <strong>la</strong>