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Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0

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<strong>de</strong> un método nuevo muy convincente, <strong>de</strong>nominado «ceguera a <strong>la</strong> elección», para estudiar <strong>la</strong><br />

cognición, <strong>la</strong> racionalización y <strong>la</strong> toma <strong>de</strong> <strong>de</strong>cisiones en el ser humano. Y a<strong>de</strong>más lo <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>ron<br />

usando <strong>la</strong> magia.<br />

Johansson explica que, para llevar a cabo sus experimentos, se inspiraron en <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mada «ilusión <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> introspección». [4] Según él, <strong>la</strong> introspección no implica una conexión directa con los procesos<br />

mentales <strong>de</strong>l inconsciente. Se trata más bien <strong>de</strong> un proceso mediante el cual usamos los contenidos <strong>de</strong><br />

nuestra <strong>mente</strong> consciente para construir una narrativa personal que pue<strong>de</strong> correspon<strong>de</strong>rse o no con<br />

nuestro estado inconsciente. Cuando se nos pregunta por qué tenemos predilección por algo o cómo<br />

hemos <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>do dicha predilección, <strong>la</strong> conclusión personal <strong>de</strong> nuestros procesos mentales es una<br />

autosugestión. Dicho <strong>de</strong> otra manera, somos inconscientes <strong>de</strong> nuestra falta <strong>de</strong> consciencia.<br />

Johansson y Hall forman un equipo muy ágil y compenetrado a <strong>la</strong> hora <strong>de</strong> <strong>de</strong>scribir sus increíbles<br />

experimentos. Para ilustrar lo novedoso <strong>de</strong> sus métodos, nos muestran un corto protagonizado por<br />

ellos mismos y realizado por <strong>la</strong> BBC el año anterior. La filmación comienza y vemos a uno <strong>de</strong> ellos<br />

mostrando dos fotografías <strong>de</strong> dos mujeres jóvenes tanto a sujetos masculinos como femeninos. Las<br />

imágenes se han emparejado previa<strong>mente</strong> <strong>de</strong> acuerdo con su atractivo, <strong>de</strong> modo que <strong>la</strong>s mujeres en<br />

cuestión son más o menos igual <strong>de</strong> bien parecidas. Cuando le enseñan <strong>la</strong>s fotos, el sujeto, sentado a<br />

una mesa, elige el rostro que le parece más atractivo. A continuación, se colocan <strong>la</strong>s fotografías boca<br />

abajo sobre <strong>la</strong> mesa y <strong>la</strong> imagen seleccionada se pone frente al sujeto, para que <strong>la</strong> coja y <strong>la</strong> examine<br />

con más atención. «Tenga, míre<strong>la</strong> otra vez y dígame por qué ha elegido ésta», le dice el investigador,<br />

invitándolo a que piense en los motivos por los que ha seleccionado esa imagen. Johansson y Hall<br />

repiten el experimento docenas <strong>de</strong> veces con cada sujeto y registran el juicio emitido, enseñando en<br />

cada ocasión una nueva pareja <strong>de</strong> caras igual<strong>mente</strong> atractivas.<br />

Lo que Johansson y Hall no dicen a los sujetos, por lo menos hasta haber finalizado el<br />

experimento, es que, mediante un sencillo juego <strong>de</strong> manos, en una <strong>de</strong> cada cinco pruebas se les ha<br />

cambiado su opción por <strong>la</strong> otra; esto es, tras haber elegido una imagen, pero antes <strong>de</strong> que tengan que<br />

explicar por qué <strong>la</strong> han escogido. La mayoría <strong>de</strong> los sujetos no repara en el cambiazo. De modo que, en<br />

lugar <strong>de</strong> exponer los motivos por los que ha seleccionado <strong>la</strong> cara que tiene en sus manos, el sujeto<br />

acaba justificando por qué ha escogido <strong>la</strong> cara que en realidad ha rechazado. No está mal, ¿verdad?<br />

Para ello, Johansson y Hall recurren a lo que los magos <strong>de</strong>nominan «arte negro» (como vimos en el<br />

capítulo 1 con Omar Pasha), pero, en este caso, en lugar <strong>de</strong> un telón negro usan un mantel negro y un<br />

papel también <strong>de</strong> color negro para el reverso <strong>de</strong> <strong>la</strong>s fotografías. Para engañar al sujeto, se le pi<strong>de</strong> que<br />

señale su foto preferida y luego ésta se pone boca abajo sobre <strong>la</strong> mesa. El reverso <strong>de</strong> esta foto es <strong>de</strong><br />

color negro. Encima <strong>de</strong> el<strong>la</strong> se coloca una segunda foto, <strong>la</strong> <strong>de</strong>l rostro que ha rechazado, cuyo reverso es<br />

<strong>de</strong> color rojo. Cuando llega el momento <strong>de</strong> a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntar <strong>la</strong> foto hacia el sujeto, el científico <strong>de</strong>sliza <strong>la</strong> <strong>de</strong><br />

color rojo (con <strong>la</strong> cara rechazada) en lugar <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong> color negro (<strong>la</strong> cara escogida), que permanece<br />

invisible sobre el mantel. El sujeto no se da cuenta <strong>de</strong>l cambiazo.

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