Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0
Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0
Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0
- No tags were found...
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
que <strong>de</strong> sus corre<strong>la</strong>tos neuronales, pero ese vacío está empezando a llenarse. Posible<strong>mente</strong>, hoy en día<br />
los a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntos científicos más importantes se estén produciendo en el terreno <strong>de</strong> <strong>la</strong> neurociencia.<br />
Para compren<strong>de</strong>r mejor a qué nos enfrentamos los neurocientíficos cuando explicamos <strong>la</strong>s<br />
ilusiones visuales, habrá que conocer primero cómo encajan todas <strong>la</strong>s piezas <strong>de</strong>l sistema visual. Y es<br />
que nuestros ojos tan sólo nos dicen una parte <strong>de</strong> lo que somos capaces <strong>de</strong> «ver»; <strong>de</strong>l resto se encarga<br />
nuestro cerebro a través <strong>de</strong> un verda<strong>de</strong>ro <strong>la</strong>berinto <strong>de</strong> estadios.<br />
La primera capa <strong>de</strong>l sistema visual <strong>la</strong> componen los fotorreceptores <strong>de</strong> nuestros ojos, que<br />
convierten <strong>la</strong> luz en señales electroquímicas. En esta capa surge asimismo un atributo fundamental <strong>de</strong>l<br />
cerebro: el <strong>de</strong> ser capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>tectar el contraste. Esta propiedad constituye <strong>la</strong> base <strong>de</strong> cualquier<br />
cognición, incluyendo <strong>la</strong> capacidad <strong>de</strong> ver, oír, sentir, pensar y centrar <strong>la</strong> atención en algo. Sin el<strong>la</strong>, el<br />
mundo carecería <strong>de</strong> límites y por tanto el cerebro sería incapaz <strong>de</strong> dar sentido a nada que estuviera<br />
<strong>de</strong>ntro o fuera <strong>de</strong> sí mismo.<br />
Natural<strong>mente</strong>, los magos han <strong>de</strong>scubierto métodos para sacar provecho <strong>de</strong> esta <strong>de</strong>tección <strong>de</strong>l<br />
contraste, incluyendo <strong>la</strong> asombrosa ilusión <strong>de</strong>l l<strong>la</strong>mado «arte negro», <strong>de</strong>l que hab<strong>la</strong>remos más a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte<br />
en este mismo capítulo.<br />
La información que recibe <strong>la</strong> retina se envía a un haz <strong>de</strong> fibras l<strong>la</strong>mado nervio óptico que transmite<br />
los patrones electroquímicos al cerebro. Todo lo que percibimos entra en el cerebro en forma <strong>de</strong><br />
patrón. En realidad, no «vemos» algo; lo que hacemos es procesar patrones re<strong>la</strong>cionados con objetos,<br />
personas, escenas y acontecimientos para construir <strong>la</strong> representación <strong>de</strong>l mundo. Esta información<br />
realiza una breve parada en el centro <strong>de</strong>l cerebro, el tá<strong>la</strong>mo, antes <strong>de</strong> ascen<strong>de</strong>r a <strong>la</strong> corteza visual<br />
primaria, <strong>la</strong> primera área visual <strong>de</strong>l prosencéfalo, y también <strong>la</strong> primera <strong>de</strong> <strong>la</strong>s aproximada<strong>mente</strong><br />
treinta regiones corticales que, <strong>de</strong> modo jerárquico, extraen una información más <strong>de</strong>tal<strong>la</strong>da sobre el<br />
mundo visual. Aquí es don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>tecta en primer lugar <strong>la</strong>s diferentes orientaciones <strong>de</strong> líneas, bor<strong>de</strong>s y<br />
márgenes <strong>de</strong> una escena visual. [3]<br />
Si ascen<strong>de</strong>mos en <strong>la</strong> jerarquía, encontraremos neuronas que se activan en respuesta a los<br />
contornos, curvas, movimientos y colores, e incluso a rasgos específicos como <strong>la</strong>s manos y los rostros.<br />
Tenemos neuronas binocu<strong>la</strong>res, esto es, que respon<strong>de</strong>n a <strong>la</strong> estimu<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> ambos ojos y no a <strong>la</strong> <strong>de</strong><br />
uno so<strong>la</strong><strong>mente</strong>. Algunas respon<strong>de</strong>n sólo cuando el objetivo se mueve <strong>de</strong> izquierda a <strong>de</strong>recha. Otras, en<br />
cambio, sólo se activan cuando el objetivo se mueve <strong>de</strong> <strong>de</strong>recha a izquierda. Las hay que respon<strong>de</strong>n<br />
única<strong>mente</strong> a los movimientos que van <strong>de</strong> abajo arriba o <strong>de</strong> arriba abajo. Y otras aún que respon<strong>de</strong>n<br />
mejor a un contorno en movimiento, o a un contorno en movimiento con una orientación <strong>de</strong>terminada.<br />
De este modo, se pasa <strong>de</strong> <strong>de</strong>tectar ciertos puntos <strong>de</strong> luz en los fotorreceptores a <strong>de</strong>tectar <strong>la</strong> presencia<br />
<strong>de</strong> contrastes, contornos y bor<strong>de</strong>s, para acabar construyendo objetos enteros, lo cual incluye <strong>la</strong><br />
percepción <strong>de</strong> su color, tamaño, distancia y re<strong>la</strong>ción con otros objetos.<br />
En este proceso, nuestro sistema visual hace continuas suposiciones y <strong>de</strong>ducciones <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />
principio. Percibimos un mundo tridimensional a pesar <strong>de</strong>l hecho <strong>de</strong> que lo que recibe cada retina es<br />
una simple imagen bidimensional. <strong>Los</strong> circuitos visuales amplifican, contienen, convergen y divergen<br />
<strong>la</strong> información visual. Percibimos lo que vemos como algo diferente <strong>de</strong> <strong>la</strong> realidad. La percepción<br />
implica, pues, resolver un problema <strong>de</strong> ambigüedad. Obtenemos <strong>la</strong> interpretación más p<strong>la</strong>usible <strong>de</strong> los<br />
datos que entran en <strong>la</strong> retina integrando una serie <strong>de</strong> indicios locales. Pensemos en <strong>la</strong> luna llena<br />
elevándose en el horizonte. Nos parece enorme y, sin embargo, al cabo <strong>de</strong> unas horas, cuando brille en