Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0
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voluntario y <strong>de</strong>scribe con el<strong>la</strong> un elegante arco ante su rostro, el espectador seguirá el movimiento <strong>de</strong>l<br />
mismo modo que si estuviera mirando una pelota en un partido <strong>de</strong> tenis. Lo que el voluntario no capta<br />
es que Apollo aprovecha este movimiento para sustraerle a <strong>la</strong> vez <strong>la</strong>s gafas <strong>de</strong>l mismo bolsillo, <strong>de</strong><strong>la</strong>nte<br />
<strong>de</strong> sus propias narices, a pesar <strong>de</strong> que <strong>la</strong> imagen <strong>de</strong> su mano facinerosa queda impresa en <strong>la</strong> retina <strong>de</strong><br />
su víctima.<br />
En este sentido, <strong>la</strong> racionalidad y <strong>la</strong> intuición son los dos extremos <strong>de</strong> un continuo, con señales<br />
(intuitivas) débiles en un extremo y señales fuertes, que pue<strong>de</strong>n servir para razonar, en el otro. La<br />
atención pue<strong>de</strong> modificar <strong>la</strong> intensidad <strong>de</strong> una señal en cualquier punto <strong>de</strong>l continuo. De esta manera,<br />
ninguna <strong>de</strong>cisión es pura<strong>mente</strong> racional porque, aunque discernamos c<strong>la</strong>ra<strong>mente</strong> el centro <strong>de</strong>l foco <strong>de</strong><br />
atención, lo que lo ro<strong>de</strong>a es <strong>la</strong> oscuridad. No sólo nos <strong>de</strong>jamos influenciar por nuestros sesgos,<br />
nuestras expectativas y nuestras suposiciones, sino que nos afanamos en suprimir y hacer caso omiso<br />
<strong>de</strong> información crítica. A <strong>la</strong> inversa, nuestras intuiciones más imprecisas e instintos viscerales suelen<br />
hacerse accesibles a nuestra <strong>mente</strong> «racional» cuando los iluminamos con nuestro foco atencional,<br />
dándoles más importancia y facilitando su observación.<br />
El yin y el yang <strong>de</strong> <strong>la</strong> atención afectan a todas <strong>la</strong>s <strong>de</strong>cisiones que tomamos. Por ejemplo, cuando<br />
montamos nuestros primeros <strong>la</strong>boratorios, contratamos a una técnica que lloró durante <strong>la</strong> entrevista,<br />
preocupada por <strong>la</strong> añoranza que pudiera sentir al estar tan lejos <strong>de</strong> casa. Hicimos caso omiso <strong>de</strong><br />
nuestra intuición, que nos <strong>de</strong>cía que no era buena señal, y <strong>de</strong>cidimos que, a juzgar por su currículo, era<br />
una persona con <strong>la</strong>s habilida<strong>de</strong>s y <strong>la</strong> experiencia necesarias para ocupar el puesto, que a<strong>de</strong>más nos<br />
aseguró que <strong>de</strong>seaba trabajar con nosotros a pesar <strong>de</strong> haber prorrumpido en sollozos. El resultado fue<br />
<strong>de</strong>safortunado tanto para el<strong>la</strong> como para el resto <strong>de</strong> los que trabajaban en nuestros <strong>la</strong>boratorios. Si<br />
hubiéramos analizado toda <strong>la</strong> información que teníamos en lugar <strong>de</strong> pasar por alto los datos no<br />
racionales, tal vez habríamos tomado una <strong>de</strong>cisión más acertada y productiva.<br />
Una lección crucial que hemos aprendido durante este viaje a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> neuromagia es que, ante<br />
<strong>la</strong> incerteza <strong>de</strong> una <strong>de</strong>cisión compleja con numerosas variables, no siempre es posible anticipar cuál<br />
resultará ser el factor <strong>de</strong>cisivo <strong>de</strong>bido a los efectos supresores y realzadores <strong>de</strong> nuestra propia<br />
atención. Para superar el problema, hay que iluminar individual y secuencial<strong>mente</strong> cada uno <strong>de</strong> los<br />
<strong>de</strong>talles con el foco atencional, aunque inicial<strong>mente</strong> algunos <strong>de</strong> ellos se nos antojen insignificantes o<br />
efímeros. Es tan importante razonar cada aspecto como tener en cuenta nuestras intuiciones,<br />
permitiendo que nuestro foco atencional se concentre en cada uno <strong>de</strong> los pormenores y los exponga a<br />
un análisis. Sólo entonces tendremos una visión global <strong>de</strong>l asunto.<br />
Tras estos años viviendo <strong>la</strong> magia, jamás volveremos a observar un truco con los ojos <strong>de</strong> antes.<br />
Nuestra apreciación <strong>de</strong> <strong>la</strong> magia es más profunda y ha cobrado una enorme seriedad ahora que<br />
sabemos que todo truco, todo engaño, ocurre en nuestra <strong>mente</strong>. Hemos aprendido que <strong>la</strong> <strong>de</strong>sviación <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong> atención y otras ilusiones son importantes para los seres humanos, <strong>de</strong>ntro y fuera <strong>de</strong> <strong>la</strong>s funciones<br />
<strong>de</strong> magia.<br />
Vamos a terminar reve<strong>la</strong>ndo un último secreto. En cierta manera, también nosotros hemos<br />
<strong>de</strong>sviado <strong>la</strong> atención <strong>de</strong>l lector con cada paso. Muchos habrán comprado este libro para informarse<br />
acerca <strong>de</strong> los magos, sus trucos, <strong>la</strong> prestidigitación y los métodos secretos. Sin embargo, lo que han<br />
aprendido sobre todo es <strong>la</strong> neurociencia fundamental que ocupa el centro <strong>de</strong> sus existencias. Y aquí es<br />
don<strong>de</strong> se produce <strong>la</strong> magia: en ese kilo y medio <strong>de</strong> carne que es nuestro propio cerebro.