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Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0

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Dieron media vuelta y nadaron hasta un islote <strong>de</strong>l puerto <strong>de</strong> Cartagena, don<strong>de</strong> fueron rescatados por<br />

el farero y su esposa. El ejército republicano los capturó y los retuvo como prisioneros hasta el final<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> contienda, ya inminente.<br />

En <strong>la</strong> familia <strong>de</strong> Susana se cuenta esta anécdota como si fuera una prueba <strong>de</strong> <strong>la</strong> intervención<br />

divina. ¿Cómo es posible, se preguntan ellos, que esté uno en medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> peor tragedia naval en<br />

número <strong>de</strong> víctimas en toda <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> España, a bordo <strong>de</strong> un navío con varios miles <strong>de</strong> soldados,<br />

y tropiece por casualidad con su propio primo, cuya presencia en el barco ni siquiera conocía? Las<br />

probabilida<strong>de</strong>s son, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, muy pequeñas, pero quizá no tanto como parece.<br />

El padre <strong>de</strong> Enrique tenía siete hermanos, <strong>de</strong> modo que Enrique contaba con docenas <strong>de</strong> primos<br />

carnales y primos segundos, todos <strong>de</strong> <strong>la</strong> misma edad, y <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> los cuales vivían en <strong>la</strong> misma<br />

ciudad. La mitad <strong>de</strong> estos primos eran varones y segura<strong>mente</strong> habían sido l<strong>la</strong>mados a fi<strong>la</strong>s en el<br />

mismo momento. Por otra parte, el ejército solía reclutar soldados <strong>de</strong> una zona y mantenerlos más o<br />

menos agrupados en sus unida<strong>de</strong>s en función <strong>de</strong> su localidad <strong>de</strong> origen, <strong>de</strong> modo que <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong><br />

los hombres que acompañaban a Enrique en el barco procedían <strong>de</strong> <strong>la</strong> misma zona <strong>de</strong> España. La<br />

probabilidad, pues, <strong>de</strong> tropezarse con un primo en el agua pudo ser nada menos que <strong>de</strong> un 10 por<br />

ciento.<br />

Resulta extremada<strong>mente</strong> fácil calcu<strong>la</strong>r mal una probabilidad y otorgar un significado exorbitado<br />

a un suceso que tan sólo es improbable. En los espectáculos <strong>de</strong> magia, los mentalistas son<br />

verda<strong>de</strong>ros maestros a <strong>la</strong> hora <strong>de</strong> conseguir que lo improbable parezca imposible. De este modo, el<br />

efecto se explica sólo por <strong>la</strong> magia o por algún tipo <strong>de</strong> intervención divina, cuando, en realidad, si<br />

analizamos con <strong>de</strong>tenimiento <strong>la</strong> serie <strong>de</strong> pequeñas coinci<strong>de</strong>ncias que conducen al resultado final,<br />

éste no resulta tan sorpren<strong>de</strong>nte.<br />

De todas <strong>la</strong>s maneras que hay <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarse embaucar por lo sobrenatural, <strong>la</strong> primera <strong>de</strong> <strong>la</strong> lista sería, sin<br />

duda, <strong>de</strong>positar nuestra fe en un vi<strong>de</strong>nte. La lectura <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>mente</strong> que realizan los magos no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser<br />

un truco muy complejo que les permite contro<strong>la</strong>r en todo momento <strong>la</strong> situación. Sus «lecturas en<br />

caliente» (ya mencionadas en el capítulo 7) se basan en <strong>la</strong> obtención <strong>de</strong>l máximo posible <strong>de</strong><br />

información sobre una persona en concreto antes <strong>de</strong> iniciar el espectáculo, buscando en Internet o en<br />

archivos oficiales, escuchando conversaciones e incluso quitándole <strong>la</strong> cartera para echarle un vistazo.<br />

Como hemos visto en el capítulo 9, también consiguen engañarnos para que escojamos ciertas<br />

pa<strong>la</strong>bras o números y que parezca que hemos sido nosotros, y no ellos, quienes los hemos elegido.<br />

Armados con todos estos conocimientos, real<strong>mente</strong> tenemos <strong>la</strong> impresión <strong>de</strong> que los magos pue<strong>de</strong>n<br />

leernos <strong>la</strong> <strong>mente</strong>, aunque tan sólo estén regurgitando lo que saben <strong>de</strong> nosotros.<br />

En cambio, los vi<strong>de</strong>ntes no son magos. Aunque en ocasiones realicen lecturas en caliente, lo que<br />

dominan es <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mada «lectura en frío», cuyo objetivo último no es entretenernos, sino ganar nuestra<br />

confianza y, con <strong>de</strong>masiada frecuencia, estafarnos. En una lectura en frío, el mago, el mentalista o el<br />

vi<strong>de</strong>nte obtiene información sobre nosotros para darnos <strong>la</strong> impresión <strong>de</strong> que está leyéndonos <strong>la</strong> <strong>mente</strong>.<br />

El método se basa en su capacidad para observar conductas inconscientes y <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>r vagas

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