24.09.2015 Views

Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0

Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0

Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

el supuesto método que se está utilizando en un truco, cuando en realidad se está usando un método<br />

completa<strong>mente</strong> diferente. Bien, pues los magos también recurren a los prejuicios para conseguir una<br />

falsa <strong>de</strong>tección. ¿Recordamos el falso <strong>la</strong>nzamiento <strong>de</strong> moneda <strong>de</strong> Mac King y <strong>la</strong> bo<strong>la</strong> que <strong>de</strong>saparece<br />

<strong>de</strong> Kuhn? Cuando <strong>de</strong> verdad vemos <strong>la</strong>nzar al aire <strong>la</strong> moneda y <strong>la</strong> bo<strong>la</strong>, ten<strong>de</strong>mos a prejuzgar que el<br />

mago siempre <strong>la</strong>nzará el objeto en cuestión. En estos trucos, los magos se sirven <strong>de</strong> <strong>la</strong> repetición para<br />

incrementar nuestra ten<strong>de</strong>ncia a <strong>la</strong> falsa a<strong>la</strong>rma (<strong>de</strong>tectando una moneda o una bo<strong>la</strong> que en realidad no<br />

está), pero también para reducir <strong>la</strong> posibilidad <strong>de</strong> que el <strong>la</strong>nzamiento no pase inadvertido cuando se<br />

realiza <strong>de</strong> verdad. Imaginemos ahora una apuesta en el tramposo juego <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tres cartas l<strong>la</strong>mado trile,<br />

el viejo timo que consiste en que <strong>la</strong> víctima adivine en qué posición se encuentra una carta entre tres.<br />

El mago mezc<strong>la</strong> <strong>la</strong>s cartas ante el observador para que éste vea <strong>la</strong> posición correcta <strong>de</strong> <strong>la</strong> carta elegida,<br />

por ejemplo, <strong>la</strong> reina <strong>de</strong> picas. Así se consigue que <strong>la</strong> víctima se sienta más segura y que su atención<br />

(con respecto a <strong>la</strong> posición <strong>de</strong> <strong>la</strong> reina) se <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>ce. Y entonces, ¡zas!, <strong>la</strong> persona que manipu<strong>la</strong> <strong>la</strong>s<br />

cartas realiza un juego <strong>de</strong> manos y cambia <strong>la</strong> posición <strong>de</strong> <strong>la</strong> reina sin que nadie se dé cuenta, sobre<br />

todo si <strong>la</strong> apuesta es gran<strong>de</strong>.<br />

Cuando nuestro hijo Iago tenía dos años, Steve quiso hacerle un truco <strong>de</strong> magia. Steve estaba<br />

convencido <strong>de</strong> que le salía muy bien y quería <strong>de</strong>mostrarlo, pero <strong>la</strong> actuación no impresionó a Iago. He<br />

aquí a un niño capaz <strong>de</strong> entusiasmarse hasta el infinito por el hecho <strong>de</strong> sop<strong>la</strong>r una ve<strong>la</strong>, y que en<br />

cambio se mostró indiferente ante algo que resultaba a todas luces imposible. Pero ya conocemos <strong>la</strong><br />

razón. Su cerebro era aún muy ingenuo con respecto a <strong>la</strong>s leyes <strong>de</strong> <strong>la</strong> física y <strong>de</strong> <strong>la</strong> causalidad, <strong>de</strong><br />

modo que no podía realizar predicción alguna sobre <strong>la</strong> que fundamentar una sensación <strong>de</strong> sorpresa.<br />

Entonces era tan pequeño que podríamos haberle enseñado cómo hacer que un objeto viajase<br />

mágica<strong>mente</strong> por un agujero <strong>de</strong> gusano a través <strong>de</strong>l espacio-tiempo y no se habría inmutado; quizá<br />

habría fantaseado un rato sobre lo que acababa <strong>de</strong> ver, pero con el mismo entusiasmo con que se<br />

quitaba y se ponía los calcetines una y otra vez, o con el que miraba cómo se vertía un líquido <strong>de</strong> un<br />

recipiente a otro.<br />

Mac King se muestra <strong>de</strong> acuerdo con nosotros. Según él, es más difícil engañar a los niños porque<br />

aún no tienen expectativas sobre el mundo. Para ellos <strong>la</strong> magia existe y punto. Por eso les parece<br />

normal que alguien sea capaz <strong>de</strong> hacer <strong>de</strong>saparecer una moneda. Si uno cree en Santa C<strong>la</strong>us, ¿por qué<br />

no va a creer en un espectáculo <strong>de</strong> magia? Al fin y al cabo, lo que ven es a un puñado <strong>de</strong> adultos<br />

transportando mágica<strong>mente</strong> una moneda <strong>de</strong> un sitio a otro y haciendo que unas cartas se <strong>de</strong>svanezcan<br />

en el aire. Ellos quieren ver algo difícil y divertido, como dar un triple salto mortal y que, como<br />

consecuencia <strong>de</strong> eso, al saltador se le rompan los pantalones por el fondillo.<br />

Randi también asiente. <strong>Los</strong> niños resultan especial<strong>mente</strong> difíciles <strong>de</strong> engañar, asegura, porque aún<br />

no son lo suficiente<strong>mente</strong> complejos como para caer fácil<strong>mente</strong> en el engaño. Todavía no han<br />

construido mo<strong>de</strong>los blindados sobre <strong>la</strong> probabilidad y <strong>la</strong> imposibilidad.<br />

Por eso nos atrevemos a preguntar: ¿cuándo alcanza un niño el nivel <strong>de</strong> madurez suficiente para<br />

entusiasmarse o maravil<strong>la</strong>rse ante un truco <strong>de</strong> magia? ¿Cómo adquiere expectativas? ¿Qué sabe<br />

real<strong>mente</strong> un niño? ¿Cuándo apren<strong>de</strong> a pre<strong>de</strong>cir el mundo? ¿En qué momento son sus expectativas

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!