Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0
Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0
Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0
- No tags were found...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
ueda <strong>de</strong> prensa están riéndose con él. «No ha sido premeditado», repite ante los periodistas.<br />
González-Garcés recupera el control por un momento, pero lo pier<strong>de</strong> al oír <strong>la</strong>s carcajadas <strong>de</strong><br />
algunos periodistas al fondo <strong>de</strong> <strong>la</strong> sa<strong>la</strong>. «Bueno, vamos a ver», dice intentando contener <strong>la</strong> risa y<br />
enjugándose <strong>la</strong>s lágrimas. «Nunca…, nunca me había pasado esto». Vuelve a limpiarse los ojos y <strong>de</strong><br />
nuevo recupera <strong>la</strong> compostura. «Bueno, el caso es que… se ha comprado un camión específico… —<br />
pero ya no pue<strong>de</strong> reprimir <strong>la</strong>s carcajadas— para <strong>la</strong> ciudad vieja». Más ataque <strong>de</strong> risa. «Ja, ja, ja».<br />
Ahora se sorbe <strong>la</strong> nariz y <strong>de</strong> nuevo se ve incapaz <strong>de</strong> contener <strong>la</strong>s carcajadas. Igual que una<br />
marioneta <strong>de</strong>sma<strong>de</strong>jada, González-Garcés se echa contra el respaldo <strong>de</strong> <strong>la</strong> sil<strong>la</strong> ante un irreprimible<br />
ataque <strong>de</strong> hi<strong>la</strong>ridad. «Esto parece infantil… Es un ataque <strong>de</strong> risa», confiesa entre risotadas y<br />
enjugándoselos ojos. «Ay, ay, ay. Bueno, perdonad». Se ac<strong>la</strong>ra <strong>la</strong> garganta, acerca <strong>la</strong> sil<strong>la</strong> a <strong>la</strong> mesa,<br />
se sorbe <strong>la</strong> nariz y consigue contener <strong>la</strong> risa. «Bueno, tienen aquí el número <strong>de</strong> vehículos que…»,<br />
empieza a <strong>de</strong>cir, pero no pue<strong>de</strong> contro<strong>la</strong>r <strong>la</strong> situación, y vuelve a recostarse en <strong>la</strong> sil<strong>la</strong> riendo a<br />
carcajadas. «No hace falta explicar más —termina diciendo a modo <strong>de</strong> rendición—. Si queréis<br />
hacer alguna pregunta sobre <strong>la</strong> dotación <strong>de</strong> los bomberos —aña<strong>de</strong> entre risas incontenibles—, el<br />
señor responsable pue<strong>de</strong> contestaros.» 43<br />
La risa incontro<strong>la</strong>da <strong>de</strong>l político no constituía un reflejo, que por <strong>de</strong>finición es un proceso que<br />
se produce a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> vía más corta posible <strong>de</strong> una conexión neuronal dada. Cuando el médico<br />
nos propina unos golpes en <strong>la</strong> rodil<strong>la</strong> con el martillo y <strong>la</strong> pierna reacciona con un movimiento<br />
brusco, se trata <strong>de</strong> un reflejo. No se necesita <strong>la</strong> mediación <strong>de</strong>l cerebro. La risa, por otro <strong>la</strong>do,<br />
implica una serie muy compleja <strong>de</strong> acciones emocionales, cognitivas y motoras que creemos po<strong>de</strong>r<br />
contro<strong>la</strong>r. Tenemos <strong>la</strong> opción <strong>de</strong> no reírnos <strong>de</strong> algo si no queremos, ¿verdad? Pues no. El ejemplo<br />
<strong>de</strong> este pobre hombre <strong>de</strong>sternillándose en plena rueda <strong>de</strong> prensa <strong>de</strong>muestra que, por mucho que<br />
creamos contro<strong>la</strong>rlo todo, en realidad nos engañamos.<br />
Nuestro colega John-Dy<strong>la</strong>n Haynes, <strong>de</strong>l Instituto Max P<strong>la</strong>nck <strong>de</strong> Berlín, ha retomado<br />
reciente<strong>mente</strong> los trabajos <strong>de</strong> Libet usando <strong>la</strong> imagen por resonancia magnética funcional para ver qué<br />
suce<strong>de</strong> en el cerebro <strong>de</strong> <strong>la</strong>s personas cuando se realiza una elección consciente. [9] Si hubiésemos<br />
participado en este estudio, Haynes nos habría metido en un escáner y nos habría pedido que<br />
apretáramos un botón con <strong>la</strong> mano <strong>de</strong>recha o con <strong>la</strong> izquierda según se nos antojara. Seríamos libres<br />
<strong>de</strong> realizar esta acción cuando quisiéramos, pero tendríamos que recordar el momento exacto en que<br />
habríamos sentido que estábamos tomando <strong>la</strong> <strong>de</strong>cisión. <strong>Los</strong> investigadores utilizan un programa<br />
informático muy complejo especial<strong>mente</strong> diseñado para reconocer los patrones típicos <strong>de</strong> <strong>la</strong> actividad<br />
cerebral que prece<strong>de</strong>n a cada una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s dos opciones.<br />
Haynes se quedó perplejo al <strong>de</strong>scubrir que <strong>la</strong>s señales cerebrales —los diminutos patrones <strong>de</strong><br />
actividad <strong>de</strong> nuestros lóbulos frontales— se a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntan a nuestra <strong>de</strong>cisión (esto es, que predicen si<br />
vamos a apretar el botón con <strong>la</strong> mano <strong>de</strong>recha o con <strong>la</strong> mano izquierda), nada menos que siete<br />
segundos antes <strong>de</strong> haber sido conscientes <strong>de</strong> ello. Esto significa que algunas partes <strong>de</strong>l cerebro a veces<br />
saben lo que vamos a elegir varios segundos antes <strong>de</strong> que seamos conscientes <strong>de</strong> nuestra elección.<br />
Como estas zonas se muestran c<strong>la</strong>ra<strong>mente</strong> activas con <strong>la</strong> información <strong>de</strong> <strong>la</strong> elección que estamos a<br />
punto <strong>de</strong> realizar, y a<strong>de</strong>más con bastante ante<strong>la</strong>ción al momento <strong>de</strong> ser conscientes <strong>de</strong> ello, parece<br />
probable que dichas zonas cerebrales acaben condicionando nuestra <strong>de</strong>cisión. Tal vez estemos