Los engaños de la mente- S.L. Macknik.pdf?part=0
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¿Vemos ahora por qué funciona el truco <strong>de</strong> Johnny? Las neuronas <strong>de</strong> nuestra retina especializadas<br />
en distinguir el color rojo se adaptan al vestido iluminado por el foco también rojo y acaban<br />
reduciendo su actividad. <strong>Los</strong> fotorreceptores <strong>de</strong>l rojo son mucho más sensibles a este color que los<br />
fotorreceptores <strong>de</strong>l azul o el ver<strong>de</strong>, <strong>de</strong> ahí que en nuestro sistema visual <strong>la</strong>s neuronas sensibles al rojo<br />
se adapten más y tengan una mayor pos<strong>de</strong>scarga. Lo que percibimos en <strong>la</strong> fracción <strong>de</strong> segundo que<br />
sigue al momento en que Johnny reduce <strong>la</strong> intensidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> luz es un estallido <strong>de</strong> color rojo como<br />
imagen persistente reflejada en <strong>la</strong> forma <strong>de</strong> una mujer, imagen que permanecerá en el cerebro<br />
aproximada<strong>mente</strong> una décima <strong>de</strong> segundo.<br />
Durante esa fracción <strong>de</strong> tiempo, se abrirá una trampil<strong>la</strong> oculta en el suelo <strong>de</strong>l escenario y,<br />
entonces, el vestido b<strong>la</strong>nco, que está leve<strong>mente</strong> prendido con Velcro y sujeto a unos hilos invisibles<br />
que salen <strong>de</strong>l suelo, se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rá enseguida <strong>de</strong>l cuerpo <strong>de</strong> <strong>la</strong> mujer. Cuando <strong>la</strong>s luces vuelvan a<br />
encen<strong>de</strong>rse, el vestido que veremos será rojo.<br />
Hay otros dos factores que contribuyen a que este truco funcione. En primer lugar, <strong>la</strong> iluminación<br />
es tan intensa justo antes <strong>de</strong> que el vestido se <strong>de</strong>sprenda, que, al atenuarse, nos <strong>de</strong>ja completa<strong>mente</strong><br />
ciegos. Por ello somos incapaces <strong>de</strong> ver los rápidos movimientos <strong>de</strong>l vestido b<strong>la</strong>nco y <strong>de</strong> los cables<br />
mientras <strong>de</strong>saparecen bajo el escenario. Es el mismo tipo <strong>de</strong> ceguera temporal que po<strong>de</strong>mos<br />
experimentar si nos encontramos en una calle muy soleada y <strong>de</strong> repente entramos en una tienda con<br />
muy poca luz. En segundo lugar, Johnny realiza el truco cuando el espectador cree que ya ha acabado,<br />
y eso le otorga otra importante ventaja cognitiva: <strong>la</strong> sorpresa. En realidad, en el momento crítico no<br />
estamos pendientes <strong>de</strong> ningún truco y por eso re<strong>la</strong>jamos <strong>la</strong> vigi<strong>la</strong>ncia.<br />
Las postimágenes permanecen en todos nuestros sistemas sensoriales. Cuando éramos niños, quizá<br />
nos enseñaron a producir una postimagen <strong>de</strong> memoria muscu<strong>la</strong>r presionando el reverso <strong>de</strong> nuestra<br />
muñeca contra el marco <strong>de</strong> una puerta durante treinta segundos, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> lo cual teníamos <strong>la</strong><br />
sensación <strong>de</strong> que nuestros brazos levitaban. Y es que <strong>la</strong>s postimágenes abundan en <strong>la</strong> vida cotidiana, y<br />
mientras seamos conscientes <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s, apenas les daremos importancia y serán meras molestias o<br />
impresiones efímeras. Para los magos, sin embargo, constituyen un verda<strong>de</strong>ro tesoro.<br />
Como científicos especializados en <strong>la</strong> visión, no <strong>de</strong>jamos <strong>de</strong> maravil<strong>la</strong>rnos ante <strong>la</strong>s artimañas a <strong>la</strong>s<br />
que recurren los magos para manipu<strong>la</strong>r los circuitos visuales <strong>de</strong> nuestro cerebro. Recor<strong>de</strong>mos lo que<br />
ya se ha dicho a propósito <strong>de</strong> nuestra capacidad para <strong>de</strong>tectar el contraste: sin el<strong>la</strong>, el mundo carecería<br />
<strong>de</strong> límites y el cerebro sería incapaz <strong>de</strong> dar sentido a nada que estuviera <strong>de</strong>ntro o fuera <strong>de</strong> sí mismo.<br />
<strong>Los</strong> magos lo saben todo sobre <strong>la</strong> <strong>de</strong>tección <strong>de</strong>l contraste, lo <strong>de</strong>scubrieron hace más <strong>de</strong> cien años<br />
con <strong>la</strong> invención <strong>de</strong>l «arte negro». No se trata <strong>de</strong> un abracadabra propio <strong>de</strong> antiguas brujas y<br />
hechiceros, sino <strong>de</strong> una técnica escénica <strong>de</strong>stinada a crear <strong>la</strong>s más sorpren<strong>de</strong>ntes ilusiones visuales,<br />
<strong>de</strong>scubierta acci<strong>de</strong>ntal<strong>mente</strong> en 1875 por el director y actor alemán Max Auzinger. Cuenta <strong>la</strong> historia<br />
que Auzinger estaba preparando una escena que <strong>de</strong>bía <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>rse en una mazmorra y, para que<br />
resultara lo más siniestra posible, <strong>de</strong>cidió forrar <strong>la</strong> estancia con una te<strong>la</strong> <strong>de</strong> terciopelo negro. En un<br />
momento dado, un moro negro tenía que asomarse a una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ventanas <strong>de</strong> <strong>la</strong> mazmorra para recitar<br />
su papel. Pero cuando el actor que interpretaba el papel <strong>de</strong> moro asomó <strong>la</strong> cabeza, nadie logró verlo.