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occi<strong>de</strong>ntal heredó <strong>de</strong> la Ilustración. Montesquieu en particular (que, paradójicamente, no<br />
compartió la euforia china <strong>de</strong> su época, ya que <strong>de</strong>tectó un <strong>de</strong>spiadado <strong>de</strong>spotismo en la<br />
práctica política <strong>de</strong> la China <strong>de</strong>l siglo XVIII) <strong>de</strong>sarrolló conceptos que, sin saberlo, recuperaba<br />
los puntos <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> <strong>Confucio</strong> <strong>de</strong> que es preferible un gobierno <strong>de</strong> ritos que un gobierno <strong>de</strong><br />
leyes; Montesquieu consi<strong>de</strong>raba que un aumento <strong>de</strong> la actividad legislativa no era un signo<br />
<strong>de</strong> civilización, sino que, por el contrario, indicaba una crisis <strong>de</strong> la moral social. Su famosa<br />
afirmación <strong>de</strong> que «Quand un peuple a <strong>de</strong> bonnes moeurs, les lois <strong>de</strong>viennent simples »<br />
[«Cuando un pueblo tiene buenas costumbres, las leyes se vuelven simples»] podría haber<br />
sido sacada directamente <strong>de</strong> las <strong>Analectas</strong>.<br />
3 Las primeras imágenes <strong>de</strong> la cruz <strong>de</strong>scubiertas por la arqueología fueron grafiti anticristianos, mientras que el arte <strong>de</strong><br />
las catacumbas sólo se sirvió <strong>de</strong> símbolos abstractos para representar a Cristo. La cruz era un instrumento horrible <strong>de</strong><br />
tortura y un recuerdo <strong>de</strong> una abyecta humillación y muerte; silo en la época <strong>de</strong> Constantino es cuando empezó a ser<br />
exhibida como un símbolo triunfal <strong>de</strong> victoria sobre el mal; pero todavía fueron necesarios otros mil anos antes <strong>de</strong> que los<br />
artista., medievales se atrevieran a representar a Cristo muerto y crucificado en ella.<br />
4 La mayoría <strong>de</strong> los conceptos expuestos en esta Introducción se analizan más ampliamente en mis Notas. Como<br />
muchos <strong>de</strong> los lectores no leen las Notas (¡no saben lo que se pier<strong>de</strong>n!) y, a riesgo <strong>de</strong> ser repetitivo, he <strong>de</strong>stacado alguno <strong>de</strong><br />
los temas principales que se <strong>de</strong>sarrollan más ampliamente en la segunda parte <strong>de</strong> este libro.<br />
Según <strong>Confucio</strong>, un rey gobierna por su fuerza moral. Si no pue<strong>de</strong> establecer un ejemplo<br />
moral, si no pue<strong>de</strong> mantener y promover rituales y música (los dos hitos <strong>de</strong> la civilización),<br />
pier<strong>de</strong> el <strong>de</strong>recho a la lealtad <strong>de</strong> sus ministros y a la confianza <strong>de</strong>l pueblo. El pilar esencial<br />
<strong>de</strong>l Estado es la confianza <strong>de</strong>l pueblo en sus gobernantes: si se pier<strong>de</strong> esta confianza, el país<br />
está sentenciado.<br />
<strong>Confucio</strong> <strong>de</strong>cía con frecuencia que bastaba con que un gobernante lo emplease, para<br />
po<strong>de</strong>r realizar muchas cosas en un ano y lograrlo todo en tres. Un día, un discípulo le<br />
preguntó: «Si un rey fuese a confiarte un territorio que pudieras gobernar conforme a tus<br />
i<strong>de</strong>as, ¿qué es lo primero que harías?» <strong>Confucio</strong> respondió: «Mi primera tarea seria sin duda<br />
rectificar los nombres.» Al oír esto, el discípulo quedó intrigado: «¿Rectificar los nombres?<br />
¿Y esa sería tu primera prioridad? ¿Estás bromeando?» (Chesterton u Orwell, sin embargo,<br />
habrían entendido y aprobado inmediatamente la i<strong>de</strong>a). <strong>Confucio</strong> tuvo que explicar: «Si los<br />
nombres no son correctos, si no están a la altura <strong>de</strong> las realida<strong>de</strong>s, el lenguaje no tiene<br />
objeto. Si el lenguaje no tiene objeto, la acción se vuelve imposible y, por ello, todos los<br />
asuntos humanos se <strong>de</strong>sintegran y su gobierno se vuelve sin sentido e imposible. De aquí<br />
que la primera tarea <strong>de</strong> un verda<strong>de</strong>ro estadista sea rectificar los nombres.»<br />
Y esto es, <strong>de</strong> hecho, lo que <strong>Confucio</strong> mismo emprendió. Se pue<strong>de</strong>n leer las <strong>Analectas</strong><br />
como un intento <strong>de</strong> volver a <strong>de</strong>finir el verda<strong>de</strong>ro sentido <strong>de</strong> una serie <strong>de</strong> conceptos claves.<br />
Bajo la apariencia <strong>de</strong> restaurar su pleno significado, <strong>Confucio</strong> realmente inyectó un nuevo<br />
contenido a los viejos «nombres». Daré aquí simplemente un ejemplo, pero que tiene una<br />
importancia fundamental: el concepto <strong>de</strong> «caballero» (junzi, el hombre i<strong>de</strong>al <strong>de</strong> <strong>Confucio</strong>).<br />
Originalmente significaba aristócrata, miembro <strong>de</strong> la elite social: uno no podía convertirse en<br />
un caballero, sólo podía haber nacido caballero. Para <strong>Confucio</strong>, por el contrario, el<br />
«caballero» es miembro <strong>de</strong> la elite moral. Es una cualidad ética, lograda mediante la práctica<br />
<strong>de</strong> la virtud y fortalecida a través <strong>de</strong> la educación. Todo hombre <strong>de</strong>bería esforzarse por<br />
conseguirla, aunque pocos lo logran. Un aristócrata que es inmoral e inculto (los dos<br />
conceptos <strong>de</strong> moral y educación son sinónimos) no es un caballero, mientras que cualquier<br />
hombre ordinario pue<strong>de</strong> alcanzar la condición <strong>de</strong> caballero si <strong>de</strong>muestra estar moralmente<br />
cualificado para ello. Como sólo los caballeros son aptos para gobernar, la autoridad política<br />
<strong>de</strong>be basarse sólo en criterios <strong>de</strong> logro moral y <strong>de</strong> competencia intelectual. En consecuencia,