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Analectas de Confucio - Laicos

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para colgar como <strong>de</strong>coración pero que no pue<strong>de</strong> comerse?»<br />

17.8. El Maestro preguntó: «Zilu, ¿has oído hablar <strong>de</strong> las seis cualida<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> las seis<br />

perversiones?» —«No.» —«Siéntate, te las diré. Amar la humanidad sin amar el aprendizaje<br />

<strong>de</strong>genera en necedad. Amar la inteligencia sin amar el conocimiento <strong>de</strong>genera en frivolidad.<br />

Amar la caballerosidad sin amar el conocimiento <strong>de</strong>genera en bandidismo. Amar la franqueza<br />

sin amar el conocimiento <strong>de</strong>genera en brutalidad. Amar el valor sin amar el conocimiento<br />

<strong>de</strong>genera en violencia. Amar la fuerza sin amar el conocimiento <strong>de</strong>genera en anarquía.»<br />

17.9. El Maestro dijo: «Hijos míos, ¿por qué no estudiáis los Poemas? Los Poemas<br />

pue<strong>de</strong>n ofreceros el estímulo y la observación, la capacidad <strong>de</strong> comunión y un vehículo para<br />

el dolor. En casa os permite servir a vuestro padre y, fuera, servir a vuestro señor. También<br />

podéis apren<strong>de</strong>r en ellos los nombres <strong>de</strong> muchos pájaros, animales [que no vuelan], plantas<br />

y árboles.»<br />

17.10. El Maestro preguntó a su hijo: «¿Has trabajado ya la primera y la segunda parte<br />

<strong>de</strong> los Poemas? Cualquiera que vaya por la vida sin haber trabajado la primera y la segunda<br />

parte <strong>de</strong> los Poemas permanecerá estancado como si estuviera <strong>de</strong> cara a la pared.»<br />

17.11. El Maestro dijo: «Se habla <strong>de</strong> los ritos por aquí y <strong>de</strong> los ritos por allá, ¡como si el<br />

ritual consistiera en meras ofrendas <strong>de</strong> ja<strong>de</strong> y seda! Se habla <strong>de</strong> música por aquí y <strong>de</strong> música<br />

por allá, ¡como si la música consistiera simplemente en campanas y tambores!»<br />

17.12. El Maestro dijo: «Un cobar<strong>de</strong> que echa miradas fieras es —por <strong>de</strong>cirlo<br />

crudamente— como un ladrón que escala un muro.»<br />

17.13. El Maestro dijo: «Aquellos que hacen <strong>de</strong> la virtud su profesión son la ruina <strong>de</strong><br />

ésta.»<br />

17.14. El Maestro dijo: «Los ven<strong>de</strong>dores ambulantes <strong>de</strong> rumores son personas que han<br />

abandonado la virtud.»<br />

17.15. El Maestro dijo: «¿Es posible servir a un príncipe en compañía <strong>de</strong> un canalla?<br />

Antes <strong>de</strong> alcanzar su posición, su único temor es el <strong>de</strong> no po<strong>de</strong>r llegar a ella, y una vez que<br />

la obtiene, su único temor es po<strong>de</strong>r per<strong>de</strong>rla. Y cuando teme per<strong>de</strong>rla, se vuelve capaz <strong>de</strong><br />

todo.»<br />

17.16. El Maestro dijo: «Las personas <strong>de</strong> antaño tenían tres faltas, que las <strong>de</strong> hoy ni<br />

siquiera pue<strong>de</strong>n igualar. La excentricidad <strong>de</strong> los antiguos era <strong>de</strong>spreocupada, mientras que la<br />

excentricidad actual es licenciosa. El orgullo <strong>de</strong> los antiguos era arrogante, mientras que el<br />

orgullo contemporáneo es malhumorado. La ingenuidad <strong>de</strong> los antiguos era recta, mientras<br />

que la ingenuidad actual es una impostura.»<br />

17.17. El Maestro dijo: «La charla superficial y las maneras afectadas rara vez son signos

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