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Prólogo<br />
Un buen traductor <strong>de</strong>be convertirse en el Hombre Invisible: sólo cuando tropieza es<br />
cuando se advierte su existencia. Por ello, parecería poco sensato llamar la atención <strong>de</strong>l<br />
lector sobre sí mismo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este primer párrafo; sin embargo, las <strong>Analectas</strong> <strong>de</strong> <strong>Confucio</strong> ya<br />
han sido traducidas tantas veces que parece necesario explicar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio la<br />
naturaleza y el objetivo <strong>de</strong> esta nueva traducción.<br />
Aunque, en cierto sentido, esta obra es fruto <strong>de</strong> toda una vida <strong>de</strong>dicada a estudiar la<br />
cultura china, he firmado con mi nombre literario, en vez <strong>de</strong> hacerlo con el nombre original<br />
con el que he enseñado, investigado y publicado en el campo <strong>de</strong> la sinología durante los<br />
últimos treinta años. Y con esta <strong>de</strong>cisión he querido sugerir que esta traducción es<br />
fundamentalmente la <strong>de</strong> un escritor, ya que está dirigida no sólo a mis colegas académicos,<br />
sino sobre todo a los lectores que no son especialistas y que simplemente <strong>de</strong>sean ampliar su<br />
horizonte cultural, pero que no tienen acceso directo al texto original.<br />
Entre las traducciones al inglés <strong>de</strong> las <strong>Analectas</strong> citadas con más frecuencia, algunas<br />
están escritas con elegancia, pero se hallan plagadas <strong>de</strong> inexactitu<strong>de</strong>s; otras son exactas<br />
pero son menos acertadas en su expresión. Yo espero reconciliar el aprendizaje con la<br />
literatura. Este ambicioso objetivo pue<strong>de</strong> parecer arrogante o presuntuoso, pero, <strong>de</strong> hecho, lo<br />
único que afirmo es haberme aprovechado <strong>de</strong> ser el último recién llegado. Apoyándome en<br />
una imagen medieval <strong>de</strong> Bernard <strong>de</strong> Chartres, los recién llegados son como enanos que se<br />
montan en los hombros <strong>de</strong> gigantes y que, por pequeños que sean, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su punto <strong>de</strong><br />
observación pue<strong>de</strong>n ver algo más lejos que sus po<strong>de</strong>rosos pre<strong>de</strong>cesores, y este único<br />
privilegio justificaría plenamente su osadía.<br />
***<br />
Muchos <strong>de</strong> mis puntos <strong>de</strong> vista sobre <strong>Confucio</strong> están en <strong>de</strong>uda con las enseñanzas <strong>de</strong>l<br />
profesor Lo Meng-tze, que me introdujo en la cultura china hace treinta años. Por su vasta<br />
cultura, así como por el valor y nobleza <strong>de</strong> su carácter, el profesor Lo era verda<strong>de</strong>ramente un<br />
mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l erudito confuciano. Rindo aquí un homenaje a su memoria junto<br />
con todos sus amigos y alumnos.