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* Excepto las notas <strong>de</strong>l traductor al castellano o las <strong>de</strong>l editor. (N. <strong>de</strong>l E.)<br />
Introducción<br />
Lu Xun (que murió en 1936, y es consi<strong>de</strong>rado con razón el mayor escritor <strong>de</strong> la China<br />
contemporánea, y, dicho sea <strong>de</strong> paso, no apreciaba a <strong>Confucio</strong> por las razones que se<br />
expondrán posteriormente) señaló que siempre que aparece un genio verda<strong>de</strong>ramente<br />
original en este mundo, se intenta inmediatamente liberarse <strong>de</strong> él. A este fin, se utilizan dos<br />
métodos. El primero es el <strong>de</strong> la eliminación: lo aíslan, lo <strong>de</strong>jan morirse <strong>de</strong> hambre, lo ro<strong>de</strong>an<br />
<strong>de</strong> silencio, lo entierran vivo. Si esto no funciona, adoptan el segundo método (que es mucho<br />
más radical y terrible): la exaltación; lo ponen en un pe<strong>de</strong>stal y lo convierten en un Dios. (Por<br />
supuesto, la ironía consiste en que Lu Xun fue sometido a los dos tratamientos: cuando<br />
estaba vivo, los comisarios comunistas lo tiranizaron; una vez muerto, leo veneraron como a<br />
su icono cultural más sagrado, pero ésta es otra historia). Durante más <strong>de</strong> 2.000 años, los<br />
emperadores chinos establecieron y promovieron el culto oficial a <strong>Confucio</strong>. El confucianismo<br />
se convirtió en una especie <strong>de</strong> religión <strong>de</strong>l Estado. Hoy día los emperadores se han ido (¿se<br />
han ido <strong>de</strong> verdad?), pero el culto parece todavía estar muy vivo: en una fecha tan reciente<br />
como octubre <strong>de</strong> 1994, las autorida<strong>de</strong>s comunistas <strong>de</strong> Pekín organizaron un gran simpósium<br />
para celebrar el 2.545 aniversario <strong>de</strong>l nacimiento <strong>de</strong> <strong>Confucio</strong>. El principal orador fue el<br />
primer ministro <strong>de</strong> Singapur, Lee Kuan-yew. Aparentemente fue invitado porque sus<br />
anfitriones <strong>de</strong>seaban apren<strong>de</strong>r <strong>de</strong> él la receta mágica (supuestamente encontrada en<br />
<strong>Confucio</strong>) para conciliar la política autoritaria y la prosperidad capitalista.<br />
En cierta ocasión, Karl Marx advirtió a sus seguidores acérrimos que él no era marxista.<br />
Con más razón podría afirmarse que <strong>Confucio</strong> no era ciertamente un confuciano. El<br />
confucianismo imperial simplemente adoptó <strong>de</strong>l Maestro aquellas afirmaciones que<br />
prescribían la sumisión a la autoridad establecida, ignorando oportunamente los conceptos<br />
más esenciales, como los preceptos sobre la justicia social, la disensión política y la<br />
obligación moral <strong>de</strong> los intelectuales <strong>de</strong> criticar a los gobernantes (incluso a riesgo <strong>de</strong> su<br />
vida), cuando éste abusaba <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r o cuando oprimía al pueblo.<br />
Como consecuencia <strong>de</strong> estas manipulaciones i<strong>de</strong>ológicas, en la época contemporánea<br />
muchos chinos cultos y <strong>de</strong> espíritu progresista llegaron a asociar espontáneamente el mismo<br />
nombre <strong>de</strong> <strong>Confucio</strong> a la tiranía feudal; su doctrina se convirtió en sinónimo <strong>de</strong> oscurantismo