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Analectas de Confucio - Laicos

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Sancho, I, 7).<br />

17.10. Su hijo: literalmente, Boyu.<br />

La primera y la segunda parte <strong>de</strong> los Poemas: literalmente, Zhou nan y Shao nan.<br />

17.11. Como si el ritual consistiera en meras...: véase el pasaje 3.3.<br />

17.17. La charla ingeniosa...: repite el pasaje 1.3.<br />

17.18. Púrpura: color <strong>de</strong>rivado, mientras que el bermellón es un color primario. Todo el<br />

pasaje parece referirse a la complejidad que pervierte la simplicidad.<br />

Música popular: literalmente, «la música <strong>de</strong> Zheng», ya con<strong>de</strong>nada en el pasaje 15.11.<br />

17.19. Ya no quiero hablar más: para ampliar los comentarios <strong>de</strong> este espléndido pasaje,<br />

véase en la Introducción, «Los silencios <strong>de</strong> <strong>Confucio</strong>».<br />

El concepto <strong>de</strong> enseñanza sin palabras fue cultivado más comúnmente <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la<br />

tradición taoísta (véase, por ejemplo, Lao Tse: «Quien habla no sabe, pero quien sabe no<br />

habla»). Posteriormente fue <strong>de</strong>sarrollado por la Escuela <strong>de</strong>l Budismo Chan (Zen). El Chan<br />

fue llevado a China en el año 520 a. <strong>de</strong> C. por el misionero indio Bodhidharma, que, según<br />

una Escritura tardía, pertenecía a una tradición que se remontaba Kasyapa, discípulo <strong>de</strong>l<br />

Buda: un día, en lugar <strong>de</strong> predicar, el Buda cogió una flor y sonrió. Sólo Kasyapa entendió<br />

esta comunicación sin palabras y, a su vez, utilizando un método similar, lo transmitió a sus<br />

propios discípulos, estableciendo así la transmisión <strong>de</strong> la enseñanza Chan.<br />

Nietzsche hubiera apreciado esta afirmación <strong>de</strong> <strong>Confucio</strong>, puesto que escribió (en La<br />

gaya ciencia, IV, 340) que «admiraba el valor y la sabiduría <strong>de</strong> Sócrates en todo lo que hizo,<br />

dijo y no dijo», pero también que «hubiera admirado a Sócrates aún más si hubiera guardado<br />

silencio los últimos momentos <strong>de</strong> su vida».<br />

17.20. Ru Rei: un personaje <strong>de</strong> Lu, <strong>de</strong>l que casi no se sabe nada.<br />

<strong>Confucio</strong> <strong>de</strong>clina la invitación con la excusa intachable <strong>de</strong> estar enfermo; pero<br />

simultáneamente <strong>de</strong>ja perfectamente claro que no lo está. El insulto educado pue<strong>de</strong> ser más<br />

pru<strong>de</strong>nte, pero también es la forma suprema <strong>de</strong> insulto; aquí parece que <strong>Confucio</strong> era<br />

también un gran maestro <strong>de</strong> este arte sutil.<br />

17.21. Zai Yu: poseía algún talento, pero en el mismo ámbito <strong>de</strong>l que <strong>Confucio</strong><br />

<strong>de</strong>sconfiaba: la elocuencia (véase el pasaje 11.3). Para <strong>Confucio</strong>, la actuación <strong>de</strong> Zai Yu era<br />

generalmente <strong>de</strong>sagradable (véase, por ejemplo, los pasajes 3.21 y 5.10) y evoca un tipo <strong>de</strong><br />

mente que se ha hecho <strong>de</strong>masiado común en nuestra actual cultura, el «bruto<br />

especializado».<br />

Tres años <strong>de</strong> duelo por los propios padres: normalmente la persona que estaba <strong>de</strong> duelo

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