rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas

ROJO Y NEGRO l OS
disparaban a razón de cinco tiros por minuto, como si se hubiera
descubierto que enfrente se hallaba n los prusianos.
Pero aquel formida ble ruido no produjo efecto sobre Julián,
que ya no pensaba ni en Napoleón, ni en la gloria militar. I Tan
joven, pensaba, y ser Obispo de Agde ! " Pero ¿ donde está Agde ?
¿ cuánto produce ? ¿ doscientos ó trescientos mil francos quizás ?
Los lacayos de Monseñor aparecieron con un magnífico palio.
n sacerdote Chelán cogió unO de los palos pero realmente quien lo
llevó fu é Juliá n . El Obispo se colocó debajo. En realidad había
conseguido revestirse de gravedad. La admiración de nuestro joven
no tuvo límites.
El R ey entró y Julián tuvo la suerte de verlo desde muy cerca.
El Obis!,o le dirigió una arenga llena de unción , sin olvidar un pequeño
gest o de timidez que agradeció Su Majestad. No repetiremos aquí
la descripción de las ceremonias que se celebraron, y que durante
quince días llenaron los diarios de la circunscripción. Julián supo,
por el discurso del Obispo, que el Rey descendía de Carlos el Temerario.
Después d el discurso del Obispo y de la respuesta del Rey, S. M. se
colocó bajo palio; después, se arrodilló con bastante devoción,
sobre un cojín cercano al alta r. El coro estaba rodeado de sillones
puestos a la altura de dos gradas sobre el suelo. En la segunda, Julián
est aba sentad o a 10,s pies del señor Chelá n, lo mismo que un mandata
rio cerca de su cardenal, en la capill a Sixtina. Se cantó un Te Deum,
hubo olas de incienso, descargas numerosas de mosquete y de artill
ería. Los campesinos estaban ebrios d e dicha y de piedad.
Juliá n estaba a seis pies del R ey, que realmente se h allaba entregado
a la plegaria. Se fij ó, por primera vez, en un hombre pequeño,
de inteligente mirada y que vestía un traje desprovisto de casi todo
bordado ; pero llevaba un cordón azul claro por encima de est e traje
demasiado sencillo. Estaba colocado más cerca del Rey que muchos
otros cuyos trajes estaban bordados de t al cantidad de oro, que
siguiendo la expresión de Julián, no se veía el paño, Después supo que
era el señor Marqués de la Mole, y le encontró q ue tenía el gesto altivo
y hast a insolente.
" Ese marqués no será, de seguro, tan cortés como el joven Obispo,
pensaba. El brillo eclesiástico hace a los hombres tra nquilos y prudentes.
Pero el Rey ha venido para venerar la reliquia, y yo no la
veo. ¿ Dónde estará ?