rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas
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ROJO Y NEGRO<br />
Julián le <strong>de</strong>claró con mucha [.,'Tavcdacl q ue estaba profundamente<br />
ena mora do <strong>de</strong> ell a .<br />
Es la más pura y excelsa virtud, a unque tiene algo <strong>de</strong> enfática,<br />
le respondió Alta mira.<br />
H ay días e n que comprendo todas las palabras <strong>de</strong> 'l ue ella se<br />
sirve, y sin e mbargo no llego a com pren<strong>de</strong>r las frases enteras. A<br />
m enudo, me h ace pensar, que no entiendo yo el fra ncés. Esta nueva<br />
a mist ad hará que el nombre <strong>de</strong> usted s uene, le ha r á t ener una fuerza,<br />
un peso en el mundo. Pel o vamos a casa <strong>de</strong> Bustos, a¡',adió el con<strong>de</strong><br />
q ue era hombre d e espíritu or<strong>de</strong>nado; Bustos ha h echo la corte en<br />
otras oca siones a la Mariscala.<br />
Don Diego Bustos hizo 'lue le explicaran durante bastante tiempo<br />
el asunto, sin d ecir una palabra sobre él, com o un a bogad o oye, en su<br />
<strong>de</strong>spacho, las expli caciones d e s us clientes. Era carirredondo, COIl<br />
bigotes <strong>negro</strong>s y una gravedad sin eje mplo.<br />
Al marcharse J uli"n, le dijo Don Diego con su eterna gravedad;<br />
- Altamira m e anuncia q ue usted es <strong>de</strong> los nuestros. Un día n os<br />
ayudará a con'luistar la libertad, y a cambio <strong>de</strong> ese favor quiero ayudarle<br />
en el insignificante placer que <strong>de</strong>sea. E s conveniente que conozca<br />
el estilo <strong>de</strong> la Mariscala ; aquí tiene cuatro cartas escritas por ella.<br />
- Voy a copiarlas y se las <strong>de</strong>volveré, dijo J ulián .<br />
Durante todo el tiempo que duró la grave conversación con d on<br />
Diego, J uJián estuvo a tento a las horas q ue sonaban en el reloj d el<br />
hotel Aligne. Se aproximaba el m omento <strong>de</strong> la comida; iba <strong>de</strong> nuevo<br />
a ver a Matil<strong>de</strong>. E ntró en su dormitorio y se vistió con mucho esm ero.<br />
" Primera t ontería, pensó mientras <strong>de</strong>scendía la escalera. H ay q ue<br />
seguir a l pie <strong>de</strong> la letra las instrucciones <strong>de</strong>l prínCipe.<br />
Volvió a subir y cam bió su traje por uno <strong>de</strong> viaje, muy senci llo,<br />
" Ahora, se dijo, se trata <strong>de</strong> las miradas ". E ran sola mente las<br />
cinco y media , y se comía a las seis. Tuvo la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> bajar a l solitario<br />
salón . Al ver el canap é azul, se emocionó hasta <strong>de</strong>rramar lágrimas;<br />
mu y pronto sus m ejillas a rdía n . " Hay que dominar est a estúpida<br />
sensibilidad, se dijo encolerizado; me traicionaría. " Para serenarse,<br />
cogió un periódico y pasó tres o cuatro veces d el salón al ja rdín .<br />
T emblando y muy oculto <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> un gran roble, se atrevió a<br />
mirar la ventana <strong>de</strong> la señorita <strong>de</strong> la Mole. E st a ba herméticamente<br />
cerrada. Estuvo a punto <strong>de</strong> <strong>de</strong>smaya rse, y perma neció a lgÍlIl tie mpo<br />
apoyado al árbol ; <strong>de</strong>spués, con temblorosos pasos. Sf> acercó a la<br />
escal"_ <strong>de</strong>l ja rdinero,