rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas

ROJO Y NEGRO 173
cera economizada, según dijo, por la habilidad de Julián y la prontitud
con que hizo apagar. Nada m enos cierto. El pobre joven estaba,
él mismo, apagado; no había tenido ni una idea ni un pensamiento,
después de ver a la señora R enal.
CAPiTULO XXVIII
EL PRIMER ASCENSO
Julián no se había repuesto aún de la impresión profunda que el
suceso de la Catedral le causara, cuando una mañana lo llamar on de
parte del abate Pirard.
- El abate Chas-Bernard me escribe en favor de usted. Estoy
muy contento de ver la conducta que observa, en general. Es usted
sumamente imprudente y aturdido, aunque no lo parezca. Sin embargo,
hasta ahora su corazón es bueno y hasta generoso. Su inteligencia
es s uperior. En conjunto, veo en usted una chispa luminosa
que hay que mantener.
« Después de quince aüos de traba jo estoy a punto de salir de
esta casa : mi crimen consiste en haber dejado a los semina ristas
el uso de s u libre albedrío y de no haber protegido ni combatido
esa sociedad secreta de la cual me ha hablado usted en el Tribunal
de la penitencia. Antes de marcharme, quiero hacer algo por usted.
Yo hubiera empezado a ocuparme de usted hace dos meses porque
realmente lo merece, sin la denuncia basada en las señas de Armanda
Binet, encontradas en su ha bitación. Le nombro profesor ayudante
de Antiguo y Nuevo T estamento.
Julián , impresiona do por la gratitud, tuvo la idea de arrodillarse
a nte Pirard, pero cediendo a un movimiento más real, se acercó
al Director y le besó la mano.
- ¿ Qué significa esto ? excla mó el abate con gesto de disgusto.
Pero los ojos de Julián expresaban aún más que s u acción.
El a bate P irard le contempló con el gesto de sorpresa de a quel
que desde hace mucho tiempo, ha perdido la costumbre de encontrar