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rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas

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86 ROJO Y NEGRO<br />

tengo abogados. Pero respecto <strong>de</strong> mis asuntos generales ¿ querrá<br />

usted creer q ue hace tres años que he renunciado a encontrar un<br />

hombre que mientras escribe para mí se ocupe un poco <strong>de</strong> 10 que hace?<br />

A<strong>de</strong>más, todo eso no es sino un prefacio. Yo, señor cura, le estimo<br />

y aunque lo haya visto ho y por primera vez, me atrevo a <strong>de</strong>cir que<br />

le tengo afecto. ¿ Quiere usted ser mi secretario con ocho mil francos<br />

<strong>de</strong> sueldo, o el doble, me es igual? Le juro que será para mí un beneflcio<br />

y me comprometo a conservarle su curato para el día en que<br />

no nos entendiéramos.<br />

El sacerdote rehusó; mas al final <strong>de</strong> la conversación, el verda<strong>de</strong>ro<br />

embarazo en que vefa al marqués, le sugirió una i<strong>de</strong>a:<br />

- He <strong>de</strong>jado enterrado en mi seminario a un pobre joven que, si<br />

no me equivoco, va a ser brutalmente perseguido. Hasta ahora, dicho<br />

joven no conoce sino las Escrituras y el latín, pero estoy convencido<br />

<strong>de</strong> que algún dfa será un genio en la pledicación, o en la dirección <strong>de</strong><br />

las almas. Ignoro lo que hará; pero tiene el fuego sagrado y llegará<br />

lejos.<br />

- ¿ De dón<strong>de</strong> sale ese joven? preguntó el marqués.<br />

- Dicen que es hij o <strong>de</strong> un carpintero <strong>de</strong> nuestras montañas,<br />

pero yo lo tengo por hijo natural <strong>de</strong> algún hidalgo. Lo he visto recibir<br />

una carta anónima o seudómina, acompañada <strong>de</strong> un envío <strong>de</strong> quini<br />

entos francos.<br />

- I Ah! I Es ]ulián Sorel! dijo el marqués.<br />

- ¿ Cómo conoce usted su nombre? dijo el cura, sorprendido.<br />

- Eso es lo que no le diré, respondió el marqués enrojeciendo.<br />

- Pues bien, añadió el abate, usted podría probar a hacer <strong>de</strong> él<br />

su secretario ; tiene energía, inteligencia; en una palabra el ensayo<br />

es tentador.<br />

- ¿ Por qué no ? respondió el marqués; ¿ pero será ese hombre<br />

capaz <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>rse al prefecto <strong>de</strong> policía o a cualquier otro ? ¿ Será<br />

capaz <strong>de</strong> espiarme en mi casa ? Ese es mi único temor.<br />

Al oir los favorables informes <strong>de</strong>l sacerdote, el marqués tomó un<br />

billete <strong>de</strong> mil francos y dijo :<br />

- Envfe usted este viático a ]ulián Sorel y dfgale que venga.<br />

- Bien se ve que usted vive en París y que no conoce la tiran fa<br />

que se ejerce sobre t odos nosotros, pobres provincianos.<br />

" No <strong>de</strong>jarán salir a ]ulián, valiéndose <strong>de</strong> los m ás habiles pretextos.<br />

Me respon<strong>de</strong>rán que está enfermo, que la carta se ha perdido en el<br />

correo.

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