rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas
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162 ROJO Y NEGRO<br />
pru<strong>de</strong>ncia. El abate Castane<strong>de</strong> es enemigo <strong>de</strong>l señor Pirard, al que<br />
se le supone jansenista, añadió el joven seminarista en voz baja.<br />
Los primeros pasos <strong>de</strong> nuestro héroe, que se crela muy astuto,<br />
fueron, como la elección <strong>de</strong> confesor, equivocaciones.<br />
Julián, contento <strong>de</strong> su conducta, miraba a su alre<strong>de</strong>dor.<br />
Ocho o diez seminaristas vivían en olor <strong>de</strong> santidad. Un centenar<br />
<strong>de</strong> los otros, reunlan una fe robusta y una incansable aplicación.<br />
Trabajaban hasta ponerse enfermos, pero sin apren<strong>de</strong>r gran cosa.<br />
Dos o tres se distinguían por un talento real y positivo, y sobre todos<br />
ellos, el llamado Chazel.<br />
El resto <strong>de</strong> los trescientos veintiun seminaristas, se componía <strong>de</strong><br />
jóvenes groseros, incapaces <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r el sentido <strong>de</strong> las palabras<br />
latinas que durante el día repetían.<br />
Merced a estas observaciones, Julián confió, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primet: día<br />
en obtener rápidos éxitos. « En todos los oficios, se necesitan personas<br />
inteligentes, porque al fin y al cabo, siempre hay algún trabajo<br />
que hacer, pensaba. Bajo Napoléon, habría sido sargento; entre<br />
esta gente seré gran Vicario. »<br />
"Todos estos pobres diablos, continuaba, obreros <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su infancia,<br />
han vivido <strong>de</strong> leche agria y <strong>de</strong> pan <strong>negro</strong>, hasta que han llegado<br />
aquí. En sus chozas, no comlan carne sino cinco o seis veces al año.<br />
Parecidos a los soldados romanos, que miraban la guerra como un<br />
<strong>de</strong>scanso, esos vulgares campesinos están encantados <strong>de</strong> las <strong>de</strong>licias<br />
<strong>de</strong>l seminario. •<br />
J ulián no vela otra cosa en aquellos semblantes, sino la necesidad<br />
fís' -a satisfecha <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cada almuerzo, yel placer físico esperado<br />
ar. tes <strong>de</strong> cada comida. Tales eran las personas entre las cuales había<br />
que señalarse .<br />
. ¿ Estaré olvidado <strong>de</strong> todo el mundo en la tierra ? , pensaba.<br />
No sabía que el abate Pirard había recibido y arrojaba al fuego<br />
algunas cartas selladas <strong>de</strong> Dijón, don<strong>de</strong>, a pesar <strong>de</strong> las más correctas<br />
fórmulas, se reflejaba la más intensa pasión. Gran<strong>de</strong>s remordimientos<br />
parecían combatir aquel amor. , Tanto mejor, exclamaba<br />
el Director <strong>de</strong>l Seminario, por lo menos no es una mujer impía la que<br />
ese joven ha amado. ,<br />
Un dla, el abate abrió una carta que estaba medio borrada por<br />
las lágrimas; era un ¡Adiós! eterno. , Por fin el cielo me ha hecho<br />
odiar, <strong>de</strong>cía en la carta, no al autor <strong>de</strong>l pecado. que siempre será<br />
lo que más quiera yo en el mundo, sino al pecado mismo. El sacrificio