rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas

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ba ndidos muy alegres, y en realidad nota bles por su instinto, su
valor, su sangre fría .
- Si usted me da veinte fra!,cos, dijo uno de ellos, a J ulia n, le
contaré mi vida con todos s us det a lles. Le aseguro que es interesante.
- ¿ Pero me va a mentir? preguntó el joven .
, - No señor, respondió. Mi a migo, que está a quí, envi diá ndome
los veinte francos, no me dejaría mentir.
Su historia era a bomina ble. Denuncia ba un cora zón valeroso
donde r einaba una sola pasión : la del oro.
Después que hubier on salido, Juliá n no era ya el mismo hombre;
toda su cólera contra si mismo, ha bía desaparecido. E l atroz dolor ,
envenenado por la pusila nimidad de la cual era presa después de la
ausencia de la señora R enal, se ha bía convertido en melancolía.
Transcurrieron cinco interminables días. Era correcto y cariñoso
para con Ma tilde, a q uien veía exasperada por los más vivos celos.
Una noche Julián pensó seria mente en el sui cidio; su alma estaba
lacerada por la horrible desgracia en que lo ha bía a bisma do la pa rtida
de la señora R enal. l\ada le agrada ba ya en la vida real ni en la ima ­
ginativa. La falta de ejercicio comen zaba a alterar su salud ya darle
el carácter exaltado y débil de un joven estudia nte alemán .
• AsI, se decía, que, yo moriré a los veintitres años; concedeme
Dios mío cinco años más de vida con la señora de Renal.
Comenzó a reir, como Mefi stófeles? H abría mayor locura que discutir
semejantes cosas)
1° Soy hipócrita, como si aquí hubiera alguien que me escuchara:
2° Me olvido de vivir y de amar , cua ndo ta n pocos días me queda n
de vida. i Ay ! la señora está ausente, y q uizás su marido no la permita
vol ver a Besanc;:on !
La noche había avanza do mucho. U na ó dos horas después de un
tranquilo sueño, llegó Fouqué. ]uliá n se encontra ba m uy resuelto,
como el hombre que ve cla ra mente en su a lma.