rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas
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ROJO Y NEGRO 77<br />
amores <strong>de</strong>sgraciados, y sobre este punto le había hecho largas confi<strong>de</strong>ncias.<br />
Después <strong>de</strong> haber encontrado la dicha <strong>de</strong>masiado pronto,<br />
Fouqué, advirtió que no era él solo el amado. Todos estos relatos<br />
sorprendieron a J ulián, enseñandole muchas cosas nuevas. Su<br />
solitaria vida, llena <strong>de</strong> imaginaciones y <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconfianzas, lo habia<br />
alejado <strong>de</strong> todo aquello que podia ilumina rle.<br />
Durante su ausencia, la vida <strong>de</strong> la señora Renal no había sido sino<br />
una serie <strong>de</strong> suplicios diferentes, pero intolerables todos. Realmente,<br />
estaba en f erma.<br />
- Sobre todo, le dij o la señora Derville, cuando vióllegar a Julián,<br />
estando enferma corno estás, no <strong>de</strong>bes ir esta noche al jardin ; el aire<br />
húmedo <strong>de</strong> la noche, agravaría tu enfermedad.<br />
La señora Der-ille. veía con sorpresa que su anuga, constantemente<br />
reprendida por su marido a causa <strong>de</strong> la excesiva sencillez<br />
<strong>de</strong> sus vestidos, acababa <strong>de</strong> ponerse medias transparentes y encantadores<br />
zapa titos recien llegados <strong>de</strong> París. Des<strong>de</strong> hacia tres dias la<br />
única preocupación <strong>de</strong> la señora Renal, había sido la <strong>de</strong> confeccionarse,<br />
con el concurso <strong>de</strong> Elisa, un traje <strong>de</strong> verano <strong>de</strong> una linda<br />
tela muy a la moda. Apenas si el traje pudo quedar terminado a los<br />
pocos inst antes <strong>de</strong> la llegada <strong>de</strong> Julián. La señora Renal se lo puso<br />
inmediatamente. Su amiga ya no tuvo dudas <strong>de</strong> ningun género. « l La<br />
<strong>de</strong>sdichada le ama! "exclamó. En seguida se explicó todos los singuIares<br />
síntomas <strong>de</strong> su enfermedad.<br />
La vió hablando con Julián. La pali<strong>de</strong>z y el rubor se sucedían en su<br />
rostro; la ansiedad se retrataba en sus ojos fijos en los <strong>de</strong>l joven<br />
preceptor. La señora R enal esperaba <strong>de</strong> un momento a otro, saher<br />
si iba a continuar en la casa o <strong>de</strong>jarla para siempre, pero Julián no<br />
quiso hablar <strong>de</strong> ello. Después <strong>de</strong> una ruda lucha, se a trevió a <strong>de</strong>cirle<br />
con emocionada voz en la que se adivinaba toda su paslón :<br />
- l. Dejará usted a sus discípulos para colocarse en otra parte )<br />
A J ulian le sorprendió la insegura voz y la mirada <strong>de</strong> la señora<br />
Hena l. " Esta mujer me ama ", se dijo; pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> este momento<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>bilidad, <strong>de</strong> que su orgullo protesta, y cuando ya no tema que<br />
me marche, volverá a ser alta nera. n Esta visión <strong>de</strong> la respectiva<br />
situación <strong>de</strong> cada uno, fu é, en Julián, rápida como el rayo, y contestó,<br />
vacilando:<br />
- Tendré mucho sentlmiento en abandonar a niños tan cariñosos<br />
y tan bien nacidos, pero quizás me vea obligado a ello. Tamhién<br />
tengo yo <strong>de</strong>beres que cumplir conmigo mismo.