rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas
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136 ROJO Y NEGRO<br />
su casa, <strong>de</strong> su hacienda , sin d ecir constantemente, si la mujer se<br />
encuentra presente, lu casa, lu huerta, 111 jardín.<br />
Aquella mujer, t an sensi ble aparentemente al placer <strong>de</strong> la propiedad,<br />
habia reprendido <strong>de</strong> un modo abominable a un criado, durante<br />
la comida, porque había rot o una copa <strong>de</strong> cristal y <strong>de</strong>scompletado<br />
u na <strong>de</strong> sus docenas; el criado le respondió con insolencia.<br />
" I Qu¿ contraste! pen saba Julián; aunque me dieran la mitad <strong>de</strong><br />
todo lo que r oban, no viviría con esa gente. Algún dia me haría<br />
traición yo mismo, no pudiendo contener el <strong>de</strong>sprecio que me producen!<br />
n<br />
Le fu é necesario, a pesar <strong>de</strong> ello, para obe<strong>de</strong>cer a la señora Renal,<br />
asistir a varios banquetes <strong>de</strong> la misma clase. Julián se habia puesto<br />
<strong>de</strong> moda. Le perdonaron su traje <strong>de</strong> guardia <strong>de</strong> honor y quizás<br />
aquella impru<strong>de</strong>ncia fu era la causa <strong>de</strong> los h alagos que hoy se le hacían.<br />
A los pocos días, solo se tr"ataba en Verrieres <strong>de</strong> ver quien vencería en<br />
la lucha que se habia establecido para obtener al joven sabio, entre<br />
el señor Renal yel Director <strong>de</strong> la Cárcel. Aquellos señores. unidos al<br />
señor Maslón, formaban un triunvirato que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía muchos<br />
años tiranizaba a la ciudad. Estaban envidiosos <strong>de</strong>l Alcal<strong>de</strong>, siendo<br />
los liberales los que más quejas tenían contra él ; per o <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo,<br />
era noble y nacido para ser superior, mientras que el padre <strong>de</strong> Valenod<br />
no le habia <strong>de</strong>jado, por toda herencia, ni seiscientas libras <strong>de</strong> renta.<br />
Los habitantes <strong>de</strong> la ciudad habían t enido que saltar, en la carrera <strong>de</strong>l<br />
director <strong>de</strong>l Asilo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la piedad, inspirada por el raído traje<br />
ver<strong>de</strong> manzana, que en su juventud le cubría, hasta la envidia<br />
que sus hermosos norma ndos y sus trajes hechos en París, <strong>de</strong>spertaban.<br />
Julián recibía <strong>de</strong> Vergy los temas <strong>de</strong> los niños y siguiendo los<br />
consejos que entre los t emas venían, se conformaba, en contra <strong>de</strong><br />
su v oluntad, a ver a menudo a su padre. En una palabra, iba poco a<br />
poco consolidando su buena fama, cuando una mañana se <strong>de</strong>spertó,<br />
sorprendido al notar que unas manos le tapaban los ojos.<br />
Era la señora Renal que habia conseguido venir a la ciudad y que,<br />
subiendo las escaleras cuatro a cuatro, <strong>de</strong>jaba a sus hijos para entra r<br />
en la habitacion <strong>de</strong> Juliá n unos inst a ntes antes que los niños, ocupados<br />
en cuidar a su conejo favorito que con ellos habia hecho el viaje.<br />
Aquel minuto fu é <strong>de</strong>licioso, pero muy corto. La señora Renal había<br />
<strong>de</strong>saparecido cuando llegaron los chicos con el conejo que querían<br />
enseñar a su amigo. Julián recibió muy bien a todos, incluso al