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rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas

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ROJO Y NEGRO 177<br />

cuenta mil francos, disfrazada por los pomposos nombres admitidos<br />

en los tribunales <strong>de</strong> justicia, y <strong>de</strong> abandonar al abate Frilair aquel<br />

insignificante pleito <strong>de</strong> cincuenta mil francos, el marqués se picó.<br />

Creía tener razón. i Vaya una razón I<br />

Ahora bien; ¿ cuál es el juez que no tiene un hijo o por lo menos<br />

un primo a quien favorecer?<br />

Para aclarar la vista a los más ciegos, ·a los ocho días <strong>de</strong> la primera<br />

sentencia el Sr. abate Frilair montó en la carroza <strong>de</strong>l señor Obispo<br />

y fué en persona a llevar la cruz <strong>de</strong> la Legión <strong>de</strong> Honor a su abogado.<br />

El marqués <strong>de</strong> la Mole, algo aturdido por la osadía <strong>de</strong> su contrincante,<br />

y viendo que sus abogados flaqueaban, pidió consejo al Sr.<br />

Chelán quien lo presentó al Sr. Pirard.<br />

Aquellas relaciones, duraban <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hada años, cuando nuestra<br />

historia comienza. El abate Pirard tomó este asunto con el apasionamiento<br />

propio <strong>de</strong> su carácter impulsivo. En contacto frecuente<br />

con los abogados <strong>de</strong>l marqués, estudió su causa, y pareciéndole<br />

justa se hizo su paladín abiertamente, públicamente, en contra <strong>de</strong>l<br />

po<strong>de</strong>roso gran vicario a quien indignó la insolencia <strong>de</strong>l insignificante<br />

jansenista.<br />

A pesar <strong>de</strong> la actividad <strong>de</strong>splegada por el abate Pirard, y aunque<br />

el marqués fuera siempre un buen amigo <strong>de</strong>l Ministro <strong>de</strong> Justicia,<br />

y sobre todo <strong>de</strong> sus auxiliares, todo lo que pudo conseguir al<br />

cabo <strong>de</strong> seis años, fue no haber perdido totalmente su pleito.<br />

Constantemente en relación con el abate Pirard por un asunto<br />

que ambos seguíán apasionadamente, el Marqués acabó por simpatizar<br />

con el généro <strong>de</strong> talento <strong>de</strong>l sacerdote. Poco a poco, a pesar <strong>de</strong><br />

la gran distancia social que los separaba, su correspon<strong>de</strong>ncia llegó<br />

a Ser amistosa. El abate <strong>de</strong>da al marqués, que querían obligarle,<br />

en fuerza <strong>de</strong> disgustos, a que presentara la dimisión. Encolerizauo<br />

por la infame estratagema <strong>de</strong> que, según él, se habían valido para<br />

relegar a J ulián a uno <strong>de</strong> los últimos puestos, refirió la historia al<br />

Marqués.<br />

Aunque muy rico, el gran señor no era avaro. Nunca había podido<br />

<strong>de</strong>cidir al abate Pirard a que aceptase ni aún los gastos <strong>de</strong> correo<br />

ocasionados por el pleito. Se <strong>de</strong>squitó enviando quinientos francos<br />

a l discípulo favorito <strong>de</strong>l sacerdote.<br />

El Sr. <strong>de</strong> la !lo[ole se molestó él mismo en escribir la carta que acumpañaba<br />

la remesa métálica. Aquello le hizo pensar en el abate.<br />

Un día. éste recibió una carta en la que se le invitaba, a que<br />

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