rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas

ROJO Y NEGRO
pero todo s u imperioso temperamento, e,tá en el t ono de esa s
palabras: Ella bajó la voz para no disgustarse
- ¿ Quién está allí ) preguntó J uliá n con cariñoso acento.
- El abogado, para hacerte firmar la apelación.
- Yo no apelaré.
- ¡ Cómo! ¿ Ko apelarás? preguntó ella levantándose con los
ojos brilla ntes por la cólera. ¿ Y me quieres decir por qué no apelarás)
- Porque en este momento me siento con el suficiente valor para
morir sin hacer que se burlen mucho de mi. ¿ Q uién me asegura que
después de dos meses de esta ncia en este húmedo calabozo tendré
los mismos á nimos) Preveo entrevistas con mi padre .. Kada en el
mundo p uede serme t an desagradabfc. H ay que morir.
Aquella imprevist a contrariedad , desper tó toda la alta nería d e la
joven. Ella no había podido ver a l abate F rila ir a ntes de la hora
en que abren los calabozos, y todo s u furor recayó sobre Julián.
Ma tilde lo adoraba, y sin emba rgo, durante un buen cuarto d e hora,
Julián la oyó maldecir de s u carácter y de s u debilidad por haberlo
amado.
" E l cielo debía a la fama de tu raza, el haberte hecho nacer hombre,
le dijo] uliá n ,
« En cuanto a mi, seria bien idiota si per maneciese dos meses más
en est e r epugnante calabozo, siendo el blanco de todo lo que la facción
patricia puede inventa r de infame " de humillante " teniendo
por único consuelo las imprecaciones de esta loca .. Y bien , pasado
mañana por la maña na, m e bato en duelo con un hombre reputado
por su extre mada habilidad en el manejo de las armas. Demasiado
há bil, asegura el partido mefistofélico; no fa lla un golpe.
" y bien ; como quieras (Matilde continuaba s u di sC UTio) . Y por
qué cederé, se dijo, no, apelaré. "
Adoptada aquella resolución, cayó nuevamente en sus re flexiones.
« El correo, a l pasar , dejará como siem pre el periódico a las seis de
la mañana; a las ocho, después que el señor R enal lo haya leído,
Elisa. andando sobre la punta de los pies, lo colocará sobre la cama
de su séñora Poco después, ella desperta rá. De repente, al verlo, se
turbará. T e mbla rá su linda mano; leerá hasta estas palabras : A
las diez y cinco mim,tos había dejado de exislir.
« Llorará mucho: en vano he querido asesina rla: todo será olvidado,
y la per sona a quien he querido quitar la vida, será la única
que sinceramente llorará mi muerte