rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas
rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas
rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
CAPITULO LXXIII<br />
Yo no puedo jugar a ese pobre abate Chas-Berna rd la mala<br />
pasada <strong>de</strong> llamarlo, dijo a Fouqué; no comería el hombre en tres<br />
d ías. Pero procura encontrarme un sacerdote amigo <strong>de</strong>l señor Pirard<br />
e inaccesible a las influencias <strong>de</strong> la ciudad.<br />
Fouqué esperaba impacientemente aquella <strong>de</strong>claración. J uJián<br />
cumpli ó todo lo que a sí mismo se <strong>de</strong>bla. Gracias a l abate Frilair, y<br />
a pesar <strong>de</strong> la elección <strong>de</strong> su confesor , Julián fué protegido en s u calabozo<br />
por la congregación . Con más habitidad, hubiera podido escapar<br />
se. Pero el a ire insano <strong>de</strong>l calabozo, producía dos e fectos;<br />
s u r azon d isminuía. Por eso fu é más feli z a la vuelta <strong>de</strong> la señora <strong>de</strong><br />
Renal.<br />
- Mi gran <strong>de</strong>ber, está aquí contigo, d ij o al abra za rlo ; m e he escapado<br />
<strong>de</strong> Verrieres.<br />
J ulián no t enía con ell a ningún amor pr opio, y le r efirió todas<br />
sus <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s. E lla fué buena y encantadora con él.<br />
Ninguna palabra pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>scribir los excesos y las locuras <strong>de</strong> a nor<br />
<strong>de</strong> J uliá n . A fuersa <strong>de</strong> oro y usando y abusando <strong>de</strong>l crédito <strong>de</strong> s u<br />
tía. célebre y rica <strong>de</strong>vota, la señora Renal consiguió visitar a J ulián<br />
dos veces diarias. _-\nte aquella n oticia, los celos <strong>de</strong> Matil<strong>de</strong> la exasperaron<br />
hast a la locura. El señor F rila ir le había <strong>de</strong>clarado que t odo<br />
su crédito no le permitía <strong>de</strong>safiar la impru<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> ver a s u amigo<br />
dos veces por día. Matil<strong>de</strong> hizo seguir a la señor a Renal a fin <strong>de</strong><br />
conocer sus menores actos. El señor <strong>de</strong> Fr ila ir empleaba todos sus<br />
recursos con mucha habilidaú para.<strong>de</strong>mostrarle que J ulián era indigno<br />
<strong>de</strong> ella.<br />
En medio <strong>de</strong> todos s us t orment os ell a le amaba más, y ca da día<br />
le hacía una nueva escena.<br />
Juliá n quería, a todo trance, ser honr ado hasta el fin <strong>de</strong> sus días<br />
con aquell a joven a quien habla comprometido tan gravemente ;<br />
pero a cada inst ante, el amor sin límites q ue sent ía por la señora<br />
Ren" l, le ha cía Fer<strong>de</strong>r la cabeza. Cuando por medio <strong>de</strong> buenas razones