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rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas

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ROJO Y NEGRO<br />

] ulián, q ue esperaba una escena <strong>de</strong> <strong>de</strong>sesperación, se impresionó<br />

profundamente por la sencillez <strong>de</strong> aquella <strong>de</strong>s¡.>edida.<br />

- No; yo no recibo asl el último adiós. Me marcharé, puesto<br />

que no hay otro remedio y que tú misma asl lo <strong>de</strong>seas; pero tres<br />

dlas <strong>de</strong>spués vendré a verte, <strong>de</strong> noche.<br />

La existencia <strong>de</strong> la señora Renal, cambió. Mucho tenia que amarla<br />

]ulián, para haber encontrado, él mismo, el medio <strong>de</strong> volver a<br />

verla. Su horrible pena se transformó en uno <strong>de</strong> los momentos <strong>de</strong><br />

mayor alegría que habia tenido en su vida. Todo le fué, en a<strong>de</strong>lante<br />

sencillo, fácil. La seguridad <strong>de</strong> volver a ver a su amante, quitaba<br />

a la <strong>de</strong>spedida todo lo que tenia <strong>de</strong> <strong>de</strong>sgarrador. Des<strong>de</strong> aquel momento,<br />

la fisonomía <strong>de</strong> la señora Renal fué noble, firme y perfectamente<br />

correcta.<br />

El señor Renal volvió muy pronto. Estaba fuera <strong>de</strong> sI. Por fin<br />

habló a su mujer <strong>de</strong> la carta anónima recibida hacia dos meses.<br />

- Voy a llevarla al Casino para <strong>de</strong>mostrar a todo el mundo que<br />

la ha escrito ese infame Valenod, a quien ayudo para hacer <strong>de</strong> él<br />

uno <strong>de</strong> los burgueses más ricos <strong>de</strong> Verrieres. Le avergonzaré públicamente<br />

y me batiré con él, pues esto es <strong>de</strong>masiado.<br />

« 1 Podria ser viuda, Dios mío! " pensó la señora <strong>de</strong> Renal. Pero al<br />

mismo tiempo se dijo:<br />

« Si no evito ese duelo, como seguramente está en mi mano po<strong>de</strong>r<br />

hacerlo, seré yo quien mate a mi marido."<br />

Jamás habla dominado su amor propio con tanta habilidad. En<br />

menos <strong>de</strong> dos horas le hizo ver, por razones que él mismo le daba,<br />

que era necesario <strong>de</strong>mostrar en aquellos momentos al señor Valenod<br />

más amistad que nunca; a<strong>de</strong>más puso también <strong>de</strong> manifiesto la<br />

necesidad <strong>de</strong> volver a traer a Elisa a la casa. La señora Renal tuvo<br />

necesidad <strong>de</strong> todo su valor para volver a recibir a su doncella, causa<br />

<strong>de</strong> todas sus <strong>de</strong>sgracias. Esta aproximación fué imaginada por<br />

]uiián.<br />

Por fin, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber sido puesto el señor Renal tres o cuatro<br />

veces en el sen<strong>de</strong>ro al que quería llevarlo, llegó él solo a la i<strong>de</strong>a<br />

penosa, financieramente consi<strong>de</strong>rada <strong>de</strong> que lo más <strong>de</strong>sagradable<br />

para él sería ver a ] ulián, en medio <strong>de</strong> la efervescencia <strong>de</strong> las sátiras<br />

<strong>de</strong> Verrieres, colocado como preceptor en casa <strong>de</strong>l señor Valenod.<br />

El interés <strong>de</strong> ]ulián, indudablemente, estaba en aceptar el ofrecimiento<br />

<strong>de</strong>l Director <strong>de</strong>l asilo, y. en cambio, la fama <strong>de</strong>l señor <strong>de</strong> Renal<br />

pedla a voz en cuello, que el preceptor abandonara Verrieres para

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