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rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas

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ROJO Y NEGRO<br />

seguía maquinalmente el vuelo <strong>de</strong>l ave <strong>de</strong> rapiña, y sus movimientos<br />

tranquilos y potentes le a dmiraban; envidiaba su fuerza; envidiaba<br />

su aislamiento.<br />

Aquel fué el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> Napoléon : ¿ sería t a mbién, algún día el<br />

suyo?<br />

CAPITULO Xl<br />

UNA VELADA<br />

Era necesario, ,in embargo, volver a ·Verrieres. Al salir <strong>de</strong> casa<br />

<strong>de</strong>l cura, una feliz casualidad hizo que encontrara en la calle al<br />

señor Valenod al que dió cuenta <strong>de</strong> su aumento <strong>de</strong> sueldo.<br />

De vuelta a Vergy, no bajó Julián al jardín hasta que cerró la<br />

noche. Su ánimo estaba muy cansado, a causa <strong>de</strong> las rudas y diversas<br />

emociones que le habían agitado durante el día. ¿ Qué les diré ?,<br />

pensaba con inquietud al acordarse <strong>de</strong> las señoras. No se daba cuenta<br />

<strong>de</strong> que su espíritu estaba precisamente al nivel <strong>de</strong> las pequeñas<br />

circunstancias que preocupa n <strong>de</strong> ordinario a las mujeres. Julián<br />

era a veces un enigma para las dos amigas, y él, a su vez, tampoco<br />

entendía sino a medias lo que ellas le <strong>de</strong>clan. Tal era el efecto que<br />

producla la fuerza, la gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> los movimientos pasionales que<br />

agitaban al ambicioso joven. En aquel singular ser, casi siempre<br />

rugía la tempestad.<br />

Al entrar aquella noche en el jardín, iba dispuesto a ocuparse <strong>de</strong><br />

las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> las hermosas primas, que lo esperaban con impaciencia.<br />

Ocupó su puesto habitual al lado <strong>de</strong> la señora Renal. La obscuridad<br />

se hizo aún más <strong>de</strong>nsa. Quiso apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> la blanca mano que<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacia tiempo vela cerca d e él, apoyada en el respaldo <strong>de</strong> una<br />

silla. Hubo una ligera vacilación, y al cabo <strong>de</strong>sapareció aquella mano,<br />

con un movimiento que indicaba mal humor. Julián se coníormó,<br />

y continuaba alegremente la conversación, cuando oyó que llegaba<br />

el señor Renal.<br />

Aun resonaban en los oídos <strong>de</strong> Julián las groseras palabras oídas<br />

por la mañana. «¿ No seria, pensó, una manera <strong>de</strong> burlarse <strong>de</strong> este

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