rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas
rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas
rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
120 ROJO Y NEGRO<br />
consoló; pues la verdad era, que su casa <strong>de</strong> campo se veía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tres<br />
o cuatro leguas antes <strong>de</strong> llegar a ella, COIl gran <strong>de</strong>trimento <strong>de</strong> las<br />
casas <strong>de</strong> ca mpo vecinas a las cuales se les había <strong>de</strong>jado el color gris<br />
dado por el tiempo.<br />
E l señor Renal podía contar con la piedad y las lágrimas <strong>de</strong> uno<br />
<strong>de</strong> sus a migos,el mayordomo <strong>de</strong> la parroquia; pero este era un imbécil<br />
a quien todo hacía llorar. Y sin embargo, aquel hombre era su único<br />
(onsuelo.<br />
" ¿ Dón<strong>de</strong> hay una <strong>de</strong>sgracia comparable a la mía , exclamaba con<br />
ira? i qué aislamiento' ¿ Es posible, continuaba aquel hombre, realmente<br />
digno <strong>de</strong> compasión, es posible que en mi infortunio no<br />
encuentre una persona a quien pedir consejo? Porque me doy perfectamente<br />
cuenta <strong>de</strong> que mi razón se extravía! i Ah, Falcoz, ah<br />
Ducroz! exclamaba amargamente. Eran los nombres <strong>de</strong> dos amigos<br />
<strong>de</strong> la niñez a los cuales había alejado <strong>de</strong> su intimidad en fu erza <strong>de</strong><br />
ser altivo con ellos, en 1814 : no eran nobles y había él querido cambiar<br />
el tono <strong>de</strong> igualdad en que vivían <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la infancia.<br />
n ¿ Quién me habría dicho que con mi rango, mi dinero, y mis<br />
cruces, hubiera <strong>de</strong> sentir un día amargamente lo que hice' "En aquellos<br />
accesos <strong>de</strong> cólera, unas veces contra él mismo y otras contra los que<br />
le ro<strong>de</strong>aban, pacó la horrible noche. Afortunadamente no tuvo la<br />
i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> espiar a su mujer.<br />
" Estoy acostumbrado a Luísa, <strong>de</strong>cía; conoce todos mis asuntos;<br />
si yo estuviera libre para casarme mañana mismo, no encontraría<br />
a otra persona para reemplazarla. Y ent onces se consolaba con la<br />
i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que su mujer era inocente. Aquella manera <strong>de</strong> ver las cosa.s,<br />
no le ponía en la necesidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>mostrar su energía y lo arreglaba<br />
todo. I Cuantas mujeres calumniadas hemos visto!<br />
I Pero cómo! exclamaba <strong>de</strong> repente poniéndose a pasear con agitación,<br />
¿ sería yo capaz <strong>de</strong> tolerar, como un cualquiera. queen nlis narices<br />
viniera a burlarse <strong>de</strong> mí con su amante? ¿ Daré m otivo a que todo<br />
Verrieres se ría <strong>de</strong> mí ? ¿ Cuantas cosas no se han dicho sobre Charmier?<br />
(Este era un hombre notori amente engañado por su esposa).<br />
Cuando se le n ombra ¿ no aparecen sonrisas en todos los labios ?<br />
Es un buen abogado, y sin embargo nadie habla <strong>de</strong> sus talentos oratorios.<br />
I Ah ! Charmier, dicen; el Charmier <strong>de</strong> Bernard : se le <strong>de</strong>signa<br />
así porque Bernard es el nombre <strong>de</strong> aquel que la bra su oprobio.<br />
"Gracias a Dios, <strong>de</strong>cía en otros momentos, no tengo hijas, y el<br />
castigo que voy a imponer a la madre, n o será un obstáculo para el