rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas

ROJ O Y NEG RO
, i Ah ! continuó ! Acabo de pronuncia r una hermosa frase !
i Qué lástima que no se me haya ocurrido en forma que me hiciera
brilla r I Matilde tenía el gusto excesivamente delicado, para traer
a la conversación, una frase hecha , pero ta mbién t enía demasiada
va nidad, pa ra no celebra rla ella misma. E l gesto de la felicidad
reempla zó en su semblante al del hastío. El marqués de Croisenois
creyó que él era el a utor del cambio de sembla nte, y redobló la
intensidad de su discurso.
- ¿ Conoce usted al conde de Altamira ? preguntó al joven Croisenois
.
Tenía el aspecto d e esta r tan a lejada de lo q ue estaba n ha blando
y la pregunta era ta n a jena a la conversación, q ue la a ma bilidad del
pobre joven se desconcertó, a pesar de ser un hombre inteligente
y renombrado como t al.
" Matilde es muy extra ña a veces, pensó. Es una inconsciente
pero en cambio da rá una inmensa elevación social a su ma rido. No sé
lo que hace el marqués de la Mole, para est a r ta n .bien mirado por
todos los partidos; además esta r areza de Matilde, puede ser interpret
ada como dest ellos de su t alento. ,
Como es muy difícil hacer dos cosas al mismo tiempo, el joven
lespondió a Matilde con el tono que se adopta ría para recita r una
rección :
- ¿ Quién no conoce al pobre Alta mira ? Y le relat ó la historia
de la conspiración a bortada, ridícula, a bsurda,
- Muy absurda, respondió Ma tilde como si ha blase consigo misma;
pero ha obrado, ha hecho algo. Q uiero conocer a ese hombre, preséntemelo,
dijo al marqués que a bría los ojos con asombro.
El conde de Altamira era uno de los más decididos admiradores
del aire altanero y casi impertinente de la señorita de la Mole. Era.
según él, una de las más interesantes y hermosas personas de P arís.
- i Qué hermosa est a ría sobre un trono! dijo al señor de Croisenois
a quien seguía pa ra la presentación.
La mirada de Matilde se burla ba un poco de Altamira al cruzarse
con la d e Croisenois. Sin emba rgo, le escucha ba con placer.
" Un conspirador en un baile, es un bonito contrast e, pensaba la
joven ". E lla encontraba en el conspirador, con sus grandes bigotes
negros, el aspecto del león en descanso, pero muy pronto ad virt ió
q ue su ingenio respo ndía sola mente a una actitud fija : la utilidad,
la admiraci6n por la utilidad: