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rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas

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190 ROJO Y NFGRO<br />

La estrechó entre s us brazos. Ella temblaba y tenía apenas fuerzas<br />

para rechazarlo.<br />

- ¡Desgraciado! ¿ Qué hace usted ?<br />

Apenas si su convulsiva voz podía articular aquellas palabras.<br />

Julián vió en ellas la indignacion más positiva.<br />

- Ven-go a ver a usted <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> catorce meses <strong>de</strong> cruel separación.<br />

- i Márchese. márchese a l instante! ¡Ah! señor Chelán! ¿ Por qué<br />

me ha prohibido usted que le escriba? i Yo hubiera evitado este<br />

horror!<br />

y 10 rechazó con una fu erza realmente extraordinaria. " i Me arrepiento<br />

<strong>de</strong> mi crimen; el ciclo se ha dignado iluminarme! añadía con<br />

voz no muy segura. I Márchese. márchese!<br />

- Después <strong>de</strong> catorce meses <strong>de</strong> <strong>de</strong>sgracia. no me separaré <strong>de</strong> usted<br />

sin haberle hablado. Quiero saber todo lo que usted ha hecho. La<br />

he amado lo bastante para merecer, por mi amor. esta confi<strong>de</strong>ncia.<br />

i Quiero saberlo t odo!<br />

A su pesar, aquel tono <strong>de</strong> autoridad ejerc:a cierto influjo en el<br />

corazón <strong>de</strong> la señora Renal.<br />

J ulián que la tenía apretada contra su corazón. y resistía a los<br />

esfuerzos que ella hada para separarse <strong>de</strong> él. cesó <strong>de</strong> retenerla contra<br />

su voluntad. Al verse libre se tranquilizó un tanto la dama.<br />

- Vaya retirar la escala, dijo el joven para que no nos comprometa<br />

si algun criado <strong>de</strong>spierto por el ruído. tuviera la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> dar<br />

una vuelta por el jardín.<br />

- I Ah! i Márchese, márchese I le respondió la señora Renal con<br />

calera no fingida ¿ Qué me importan los hombres? Es Dios. quien<br />

ve la horrible escena y me castigará. Abusa usted cobar<strong>de</strong>mente<br />

<strong>de</strong>l afecto que le he tenido y que ya no le tengo, ¿ Oye usted. señor<br />

Julián?<br />

El, mientras tanto, recogía la escala poco a poco para no hacer<br />

ruído.<br />

- ¿ Está tu marido en la ciudad? le preguntó. no para <strong>de</strong>safiarla,<br />

sino llevado por la antigua costumbre.<br />

- No me hable usted asi, por favor, o lla mo a mi marido. Soy<br />

ya <strong>de</strong>masiado culpable por no haberle arrojado <strong>de</strong> aqui. sucediera<br />

lo que sucediese. I Me da usted lástima! añadió procurando herir su<br />

orgullo que ella sabía era tan susceptible.<br />

Aquella negativa <strong>de</strong> intimidad en el trato, aquella manera tan

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