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rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas

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ROJ O Y NEGRO 195<br />

i Mujer realmente superior ! I Ah ! he a hí un corazón en el cual es<br />

honroso reinar! " Juliá n estaba encantado.<br />

La señora Renal cogió la escala. Evi<strong>de</strong>ntemente, pesaba <strong>de</strong>masiado<br />

para ella; el joven quiso ayudarle; admiraba aquel talle elegante,<br />

t a n lejos <strong>de</strong> manifestar fuerza, c ua ndo <strong>de</strong> repente, sin ayuda, cogió<br />

ella la escala y la levantó como si fuera una silla. La llevó al corredor<br />

<strong>de</strong>l tercer piso y allí la d ejó tumbada a lo largo <strong>de</strong> la pared. Llamó<br />

a l criado, y para <strong>de</strong>jarle tiempo <strong>de</strong> vestirse subió al palomar. Cinco<br />

minutos <strong>de</strong>spués, cuando volvió al corredor, ya no encontró la escala<br />

¿ Dón<strong>de</strong> estaba? Si Juliá n hubiera estado fuera <strong>de</strong> la casa, aquel<br />

peligro no le habría importado, pero en aquel momento, si su marido<br />

la veía, el escándalo hubiera sido abominable. La señora Renal iba<br />

<strong>de</strong> un lado para otro <strong>de</strong>sconcertada. Por fin la d escubrió bajo la<br />

techumbre, don<strong>de</strong> el criado la había llevado con ánimo visible <strong>de</strong><br />

escon<strong>de</strong>rla. Aquella singula r circunstancia la hubiera atemorizado<br />

en otra circunstancia.<br />

- ¿ Qué me importa, pensaba, lo que pueda suce<strong>de</strong>r <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

veinticuatro h oras, cuando Julián se haya marchado? ¿ No será<br />

entonces para mí todo h orror y remordimientos?<br />

R efirió el suceso <strong>de</strong> la escala a J uliá n al entrar <strong>de</strong> n uevo en su<br />

dormitorio.<br />

- ¿ Qué respon<strong>de</strong>r a mi marido, <strong>de</strong>cía, si el criado le dice que ha<br />

encontrado una escala? Quedó un momento pensativa. Les será<br />

preciso veinticuatro horas para <strong>de</strong>scubrir al labrador que t e la ha<br />

vend ido. Y arrojándose en los brazos <strong>de</strong> Julián, apretándose contra<br />

su pecho en un movimiento convulsivo, exclamaba : i Ah I I Morir<br />

así! y besándolo con frenesí añadía: Pero no es necesario que mueras<br />

.<strong>de</strong> hambre.<br />

"Ven; primeramente voy a ocultarte en el dormitorio <strong>de</strong> la sefíora<br />

Derville, que siempre está cerrado con llave." Y mientras ella vigilaba<br />

en el corredor, Julián pasó corriendo; no abras aunque llamen,<br />

le dijo cerrando; <strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r as( no sería sino una broma <strong>de</strong> lus niños.<br />

- Procura atraerlos al jardín, <strong>de</strong>bajo la ventana; que yo tenga<br />

el placer <strong>de</strong> verlos; trata <strong>de</strong> h acerles hablar.<br />

- Sí, sí, dijo la señora Renal, alejándose.<br />

Yolvió muy pronto con bizcochos, naranjas, y una l>otclla tic vinu<br />

<strong>de</strong> lI'1álaga. Le ha bía sido imposible t omer pa n.<br />

Eran ya las ocho y en la casa se oía. mucho ruído.<br />

Si no hubieran visto a la señora R enal, la habrían buscado por

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