rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas
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ROJO Y NEGRO<br />
Cuando Julián pudo salir <strong>de</strong> la Biblioteca, <strong>de</strong> t al m anera estaba<br />
sorprendido que le parecía ser menor su dolor. " i Es <strong>de</strong>cir que ya<br />
no me ama! repetia en voz alta como si intentara grabar aquellas<br />
palabras en su cerebro. Al parecer, me ha a mado siete ú ocho días.<br />
Yo, la amaré toda mi vida. J)<br />
Los goces <strong>de</strong>l orgullo llenaban por completo el corazón <strong>de</strong> Mal til<strong>de</strong>.<br />
i Por fin había podido romper , para siempl e, aquel lazo! Triunfar tan<br />
completamente <strong>de</strong> una t en<strong>de</strong>ncia t an po<strong>de</strong>rosa, le <strong>de</strong>volvía la felicidad.<br />
" De esta manera, este caballerete compren<strong>de</strong>rá, <strong>de</strong> Ulla vez<br />
para siempre, que no tiene imperio alguno sobre mí. " Estaba tan<br />
encantada, que, realmente, no tenía ningún amor en aquel momento.<br />
Después <strong>de</strong> una escena t an atroz, tan humillante, el amor, en un<br />
ser menos apasionado que Julián , hubiera sido imposible. Sin separarse<br />
ni una linea <strong>de</strong> lo que a ella misma se <strong>de</strong>bla, la señorita <strong>de</strong> la<br />
Mole habla pronunciado frases <strong>de</strong>sagradables tan bien calculadas,<br />
que podían parecer verda<strong>de</strong>s hasta cuando se recordaban con<br />
toda serenidad.<br />
La conclusión que Julián <strong>de</strong>dujo en los primeros momentos <strong>de</strong> una<br />
escena tan sorpren<strong>de</strong>nte, fu é que Matil<strong>de</strong> t enía un orgullo ilimitado;<br />
pensaba el joven, que todo había acabado para siempre entre ell os,<br />
y sin embargo, al día siguiente, durante el almuerzo, fué torpe y<br />
tímido en presencia <strong>de</strong> la joven. Esto era un <strong>de</strong>fect o que hasta entonces<br />
no ha bían podido achacarle. En las caSas pequeñas como en<br />
las gran<strong>de</strong>s, sabía claramente lo que tenía que hacer, lo que quería<br />
hacer, y lo hada.<br />
Aquel dla, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l almuerzo, la señora <strong>de</strong> la Mole le pidió<br />
un libro muy curioso que por la mañana le había tra ído su confesor.<br />
Al t omarlo, Julián hizo caer un jarrón <strong>de</strong> porcelana azul, antiguo, feísi<br />
mo, que estaba colocado sobre una consola.<br />
La señora <strong>de</strong> la Mole se levantó dando un grito <strong>de</strong> <strong>de</strong>sesperación<br />
y se acercó a contemplar los tiestos <strong>de</strong> su querido jarrón . " Era antiguo,<br />
japonés, <strong>de</strong>CÍa; me lo había regalado mi tía la aba<strong>de</strong>sa <strong>de</strong> Chelles ;<br />
era un recuerdo <strong>de</strong> los h olan<strong>de</strong>ses al duque <strong>de</strong> Orleans, regente, que<br />
lo había dado a su hija et c. , etc ....<br />
Matil<strong>de</strong> se había incor porado también, encantada <strong>de</strong> ver hecho<br />
añicos aquel jarrón que le parecía horriblemente feo . Julián permanecía<br />
si lencioso y no muy turbado. Vió a la setiorita <strong>de</strong> la Mol e muy<br />
próxima á él.<br />
- Ese jarrón, le dijo, está <strong>de</strong>struido paTa siempre, lo mismo que