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rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas

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ROJO Y NEGRO<br />

<strong>de</strong> nuevo esa interminable serie <strong>de</strong> días pasados en la <strong>de</strong>sespera ción.<br />

La seJ10ra R ena l encontraba siempre razones par a hacer lo que su<br />

cor azón le dict aba: est a joven <strong>de</strong>l gran mundo, no <strong>de</strong>ja e mociona rse<br />

a su corazón, sino cuando ella mism a se ha <strong>de</strong>mostrado con b uenas<br />

razones, q ue <strong>de</strong>be estar emocionada. "<br />

\ 'ió aquella verdad en un segundo, yen un segundo t ambién reconquist<br />

ó toda su energía.<br />

R etiró su m a no d e entre las <strong>de</strong> Matil<strong>de</strong>, y con un pro fundo respeto<br />

se a lejó un poco <strong>de</strong> ella. El valor <strong>de</strong> un h ombre no p ue<strong>de</strong> ir más a ll á.<br />

Se ocupó en seguida <strong>de</strong> r ecoger t odas las cartas <strong>de</strong> la sell ora<br />

<strong>de</strong> Fervacques, esparcidas, sobre el divá n , y con la aparien cia <strong>de</strong> una<br />

perfecta corrección, t a n cruel en aquel momento, aJ1ad ió :<br />

- La señorita <strong>de</strong> la Mole me permitirá que r efl exione sobre t )do<br />

est o. Se alejó precipitamente y salió <strong>de</strong> la Bibliot eca. Ella le oyó<br />

cerrar sucesivamente t odas las puertas.<br />

- I El monstruo no se ha turbado! se dijo Ma til<strong>de</strong>.<br />

" Pero ¿ qué digo, m onstruo ? Es pru<strong>de</strong>nte, bueno . Soy )'0 la q ue<br />

tengo más maldad <strong>de</strong> lo que podría imaginarse. »<br />

Aquella manera <strong>de</strong> pensar , duró. Ma til<strong>de</strong> fué casi dich osa aquel<br />

d ía , porque durante él, fu é t oda par a el a mor . Se hubiera pensado que<br />

aquel espríritu no había sido presa nunca <strong>de</strong> orgullo . Y i qué or gullo!<br />

Tembló <strong>de</strong> horror , cuando por la noche, un lacayo a nunció en el<br />

salón a la Mariscala; la voz d e aquel hombre le pareció sin iestra<br />

E lla n o pudo soportar la vista <strong>de</strong> la IIlariscala y se d etu \"o repentina<br />

mente. Julián, poco or gulloso <strong>de</strong> su penosa victoria, había tenido<br />

m iedo a s us propias miradas, y no habia comido en el H otel <strong>de</strong> la<br />

Mole.<br />

Su amor y s u feli cidad , a umentaban rápidam ente, a medida que se<br />

aleja ba <strong>de</strong>l momento <strong>de</strong> la batalla ; est aba a punto <strong>de</strong> censurarse<br />

¿ Cómo he podido r esistir? se <strong>de</strong>cía. i Si se arrepintiera y ya n o me<br />

a mara! Un solo momento, pue<strong>de</strong> tra nsformar ese a lma altiva ; y hay<br />

que convenir en q ue la he tra tado <strong>de</strong> una manera horrible.<br />

Por la n oche vió la absoluta n ecesidad <strong>de</strong> aparecer , en los Bufos<br />

en el palco <strong>de</strong> la Mariscala, pues est a lo había invitado directamerite<br />

Matil<strong>de</strong> no t a rdaría en conocer s u p resencia o su incorrect a a usencia.<br />

A p esar <strong>de</strong> la evi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> aquel r azonamiento, n o tuvo fuerza su fi ­<br />

ciente pa ra , d es<strong>de</strong> el principio <strong>de</strong> la n och e , m ezclarse a la sociedad .<br />

. -\1 hablar , iba a perd er la mitad <strong>de</strong> S il rlicha . Dahan las d iez y<br />

tenía a b o m edio que presentarse.

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