rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas
rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas
rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
196 ROJ O Y NEGRO<br />
todas partes: se vió obligada a <strong>de</strong>jarlo solo. Muy pronto, contra toda<br />
pru<strong>de</strong>ncia, vino trayéndole una taza <strong>de</strong> café. Después <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sa yUIlO,<br />
consiguió llevar a sus hijos bajo la ventana <strong>de</strong> la habitación <strong>de</strong> la<br />
señora Derville. Julián los encontró muy crecidos, pero notó también<br />
q ue habían t omado ciertos modales muy vulgares. La madre les<br />
habló <strong>de</strong> Juliá n. El mayor respondió con emoción, sintiendo mucho<br />
la ausencia <strong>de</strong>l preceptor, pero el más joven casi le había olvidado.<br />
E l señor R enal no salió en t oda la mañana. Constantemente subía<br />
y bajaba por la casa, ocupado en combinar negocios con los labradores,<br />
a los que vendia patatas. Hasta la comida, la señora Renal<br />
no pudo <strong>de</strong>dicar un momento a su prisionero. Cuando el almuer zo<br />
fué servido tuvo ella la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> ocultar, para él, un plato <strong>de</strong> sopa caliente.<br />
Cuando se aproximaba sin ruido llevando el plato <strong>de</strong> sopa<br />
con toda clase <strong>de</strong> precauciones, se encontró cara a cara con el criado<br />
que habia encontrado la escala por la mañana. En aquel momento,<br />
él ta mbién avanzaba sin ruido por el corredor, escuchando. Probablemente,<br />
Julián había cometido alguna impru<strong>de</strong>ncia. El criado se<br />
alejó avergonzado. Ella entró atrevidamente don<strong>de</strong> estaba Juliá n,<br />
a quien aquel encuentro hizo t embla r.<br />
- ¿ Tienes miedo? Yo, afrontaría todos los peligros <strong>de</strong>l mundo,<br />
si n pestañear. Solamente temo una cosa : el momento en que <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> tu marcha, me que<strong>de</strong> sola . Y salió <strong>de</strong> la habitación corriendo.<br />
- i Ah! exclamó Julián exaltado; los remordimientos es 10<br />
único que teme esta mujer sublime.<br />
Por fin llegó la noche. E l señor R ena l se ma rchó al Casino. Su<br />
mujer había dicho que t enía un atroz dolor <strong>de</strong> cabeza, entró en su<br />
dormitorio, <strong>de</strong>spidióse <strong>de</strong> Elisa, y volvió enseguida para abrir a<br />
Julián.<br />
Julián la estrechó en sus brazos apasionadamente. J amás le había<br />
parecido t an hermosa. " N i a ún en. París, pensaba, podré encontrar<br />
tanta nobleza <strong>de</strong> carácter."<br />
Mientras Juliá n comía con gran apetito, acompañado <strong>de</strong> las bromas<br />
<strong>de</strong> su compañera, porque t enía miedo <strong>de</strong> hablar en serio, la<br />
puerta <strong>de</strong> la habitación fué sacudida con violencia. Era el selior<br />
Renal.<br />
- ¿ Por qué te has e ncerrado ? le preguntó.<br />
Julián solamente tuvo el tiempo justo <strong>de</strong> ocultarse <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l<br />
diván.