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rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas

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370 R O JO Y NEGRO<br />

a migo <strong>de</strong> la Mariscala, en cuya casa veía, casi a diario, a l señor Obispo<br />

<strong>de</strong><br />

- Aún cuando nombrara n por suerte cuatro ó cinco veces seguidas<br />

una lista <strong>de</strong> treinta y seis jurados entre los habitantes notables d e<br />

esta región, dijo el gran vicario con el áspero acento <strong>de</strong> la a mbición,<br />

y acentuando las palabras, me consi<strong>de</strong>raría como muy poco afortunado,<br />

si en cada lista no encontrara ocho o diez amigos, precisamente<br />

los más inteligentes <strong>de</strong>l grupo. Casi siempre, dispondré <strong>de</strong> la<br />

mayoría, para hacer con<strong>de</strong>nar. P ue<strong>de</strong> ust ed imaginar, señorita, si<br />

me será fácil hacer absolver.<br />

El a ba t e se <strong>de</strong>tuvo <strong>de</strong> repente, sorprendido por el ruído d e sus<br />

propias palabras. Declaraba cosas que jamás se dicen a los profanos.<br />

Pero a su vez, llenó <strong>de</strong> estupor a Matil<strong>de</strong>, cuando le d ij o que lo<br />

que había intrigado a la sociedad <strong>de</strong> Besan,on, en aquell a extrañ a<br />

aventura <strong>de</strong> Julián, era que en otros tiempos, había inspirado una<br />

gran pasión a la seJ10ra R enal, pasión compartida por él. E l señor <strong>de</strong><br />

F rilair advirtió fácilmente la turbación en que aquel relato sumía<br />

a Ñlatil<strong>de</strong>.<br />

" Tengo mi <strong>de</strong>squite, pensó. He aquí, por fin, el medio <strong>de</strong> dominar<br />

a esta joven ta n <strong>de</strong>cidida. Desesperaba <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r conseguirlo. " El aire<br />

distinguido y poco fácil <strong>de</strong> manejar , aumentaba a sus ojos el encanto<br />

d e la soberana belleza que veía casi a sus pies. Adqui rió <strong>de</strong> nuevo<br />

t oda su sangre fría, y no vaciló en retorcer el puñal en aquel corazón.<br />

- No me sorpren<strong>de</strong>ría, aI'íadio con gesto frívolo, q ue sea por celos<br />

por lo q uel el seJ10r <strong>de</strong>' Sorel haya disparado sobre est a mujer tan<br />

amada por él en otros tiempos.<br />

E l abate I'rilair martirizaba caprichosamente, el corazón <strong>de</strong> aquella<br />

hermosa joven, cuyo lado d ébil había sorprendido.<br />

Por fin , el abate Pirard estuvo seguro <strong>de</strong> su imperio. Dejó ente n<strong>de</strong>r<br />

a i\[atil<strong>de</strong> seguramente que podía disponer a su antojo <strong>de</strong>l m inisterio<br />

público, enca rgado <strong>de</strong> sostener la acusación contra Juliá n .<br />

Después que la suerte hubiera <strong>de</strong>signado los treinta y seis juradus<br />

<strong>de</strong> la a udiencia, él empren<strong>de</strong>ría gestiones directas sobre treinta <strong>de</strong><br />

ellos, por lo menos.

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