rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas

254 Rala y NEGRO
Una idea la iluminó de repente: Tengo la dicha de a mar, se dijo
un día, con una efu sión increible de júbilo. jAmo! a mo ! Esto es
evidente! A mi edad, una joven hermosa, inteligente ¿ dónde podría
encontrar sensaciones semejantes si no en el amor? Por mucho que
haga, nunca podré a mar a Croisenois, a Caylus ni a tutti quall/f.
Son perfectos; demasiado perfectos quizás. El caso es que me aburren.
Repasó en su cabeza todas las descripciones de la verdadera
pasión, que había leído. No se trat aba, naturalmente, sino de la
gran pasión. El amor frívolo, era indigno de una mujer de su edad
y de su cuna. Ella no llamaba a mor, sinooQ aquel sentimiento heroico
que se encontraba en Francia en tiempos de Enrique III y de Bassompierre.
Aquella clase de a mor, no cedía con bajeza a los obstáculos,
sino, 111u y al contrario, hacía aconlcter grandes enlpresas.
j Qué desgracia para mí que no haya una verdadera corte como
ba jo Catalina de Médicis o Luis XlIii Me siento al mismo nivel '
de cuanto hubo en ellas de más atrevido y de mayor grandeza 1
¿Qué no haría yo por un Rey como Luis XII, hombre de corazón'
suspirando á mis pies? Lo conduciría a la Vendée, y desde allí, reconquistaría
su reino ; no más Constitución .. . y Julián me secundarla.
¿Qué le falta? Un nombre y una fortuna. El se crearía un nombre
y se haría una fortuna.
" ¿Dónde está la gran acción que no sea simpre un extremo desde
el momento en que se emprendd Sola mente cua ndo se ha llevado
a CJ.bo es cuando parece factible a los seres vulgares. Sí ; es el a mor con
todos sus :rulagros, quien va a reinar en mi corazón; lo presiento
en el fuego que me anima. El cielo me debía este favor. Mi felic:Jad
será digna de mL Cada uno de mis días no se parecerá fría mente
al anterior. Hay ya grandeza y audacia en atreverse a a mar a un
hombre colocado tan lejos de mi en la esfera social. Veamos: ¿ Continuará
mereciéndome? A la primera debilidad que vea en él, lo
abandono. U na joven de mi abolengo y con el carácter caballeresco
que han querido concederme (era una frase de su padre) no debe
comportarse como una imbécil.